jueves, 14 de noviembre de 2019

Los Chinos. Historia


China fue reunificada en el año 581 a.C., tras un largo periodo de rencillas internas entre los fundadores de la dinastía Sui. Durante la mayor parte de los 1000 años siguientes, China fue una de las mayores civilizaciones del mundo tanto en tamaño como en desarrollo. Debido a su aislamiento geográfico de Occidente, pudo desarrollar y mantener una cultura única que extendió su influencia sobre gran parte de Asia.

Los emperadores, considerados hijos del Cielo, detentaban por lo general un poder supremo. Sin embargo, los desastres naturales y otras calamidades se tomaban como pruebas divinas de su inhabilitación como gobernantes, lo que podía justificar revueltas. Los Mandarines eran funcionarios conservadores que tenían competencia en el gobierno en el área local, provincial e imperial. Los Mandarines opositaban a sus cargos tras aprobar una serie de detalladas pruebas públicas basadas principalmente en la obra de Confucio.

La dinastía T'ang gobernó China desde el 618 hasta el 907. Bajo su mandato, China fue grande, rica y poderosa. Había un próspero comercio exterior y existía interés por las artes entre las clases superiores. Se inventaron la imprenta y la pólvora. Sin embargo, los últimos 100 años de la dinastía T'ang fueron testigos de agitadas revueltas campesinas e interminables guerras entre caudillos locales a las que la corte imperial no podía poner fin. Los años que van desde el 907 al 960 fueron conocidos como el periodo de las Cinco Dinastías. El norte de China estaba dominado por los bárbaros, y el sur había quedado dividido en 10 estados rivales. Un general del ejército de uno de estos estados, llamado Chao Kuang-yin, se hizo con el poder y unificó los estados del sur, fundando la dinastía Song. En los siguientes 20 años, sus descendientes reunificaron China.

Mapas dinastía T'ang y Song

La dinastía Song gobernó parte de China hasta 1279. Este fue otro periodo de apogeo cultural y se consideró la gran época de la pintura paisajística China. Hubo un desarrollo impresionante en la actividad económica, incluyendo un gran comercio marítimo. Aumentó la población y crecieron las ciudades; la producción alimenticia creció aún más velozmente que la población; se desarrolló una economía monetaria y la producción industrial se incrementó. Ninguna ciudad europea se aproximaba siquiera al número de habitantes de Chang An, Beijing (Pequín) o Guang Zou (Cantón), todas ellas con más de dos millones de habitantes.

Sin embargo, la riqueza de China atraía enemigos y, en 1206, los mongoles comenzaron sus ataques. Hacia 1279 ya habían conquistado la China de la dinastía Song y trasladado la capital a Pequín. El impresionante desarrollo económico de la dinastía Song llegó a su fin con las conquistas de los mongoles y los aproximadamente 30 millones de bajas que causaron. La dinastía Yuan del imperio mongol reunificó China y ésta volvió a ser una gran potencia militar y mundial. La influencia China se extendió por Asia. Hanoi fue tomada tres veces y se le cobraron impuestos a Birmania. Se desarrolló el comercio con la India, Arabia y el Golfo Pérsico. Marco Polo visitó China durante este periodo.

La gran muralla china fue construida para evitar invasiones de los nómadas del norte, entre ellos los mongoles

Los desastres naturales y la subida de impuestos durante el siglo XIV provocaron rebeliones rurales. Un monje budista se convirtió en uno de los líderes de los Turbantes Rojos, una sociedad secreta opuesta al emperador de Pequín. Los rebeldes tomaron Nanjing en 1356 y 12 años más tarde expulsaron a los mongoles de Pequín, estableciendo la dinastía Ming. La dinastía Ming presidió otro florecimiento cultural y estableció una unidad política que sobrevivió a la dinastía Ming y duró hasta el siglo XX. Sin embargo, la dinastía Ming impuso un aislamiento y conservadurismo estrictos, oponiéndose al cambio y a la innovación, prohibiendo los viajes al exterior, y cerrando la Ruta de la Seda.

Uno de los aspectos más notables de la China medieval son sus tecnologías, inventadas normalmente muchos siglos antes de su transmisión a Europa o del desarrollo en ésta de avances similares. Entre los inventos importantes chinos se incluyen: la brújula, la carretilla, el ábaco, los arreos de las monturas, el estribo, el reloj, el hierro fundido, el acero, el papel, la impresión móvil (la imprenta), el papel moneda (los billetes), la pólvora y el codaste.

Inventos Chinos

domingo, 10 de noviembre de 2019

Coreanos. Historia


Cuando Europa se sumió en la Alta Edad Media, Corea se había divido en tres reinos enfrentados: Korkuryo en el norte, Paikche en el sudoeste y Silla en el sudeste. Con la ayuda de China, Silla conquistó los otros dos reinos en el siglo VII y, posteriormente, expulsó a sus antiguos aliados chinos. No obstante, la autoridad central de Silla se desintegró en los siglos VIII-IX a causa de la presión de los nobles locales. Corea volvió a unificarse como Koryo en el siglo X y, tras la unificación, recuperó en el año 993 los territorios que llegaban hasta el río Amnok, fronterizo con China. En el año 1170, un golpe militar expulsó del poder a la nobleza civil y se estableció un gobierno militar que duró sesenta años.

 Los mongoles invadieron la zona en el año 1231, iniciando un período de luchas que duraría 30 años. Los mongoles tuvieron que atender en numerosas ocasiones a las guerras que también mantenían en China y en otros puntos, pero pronto consiguieron hacerse con el poder suficiente como para aceptar, en el año 1258, que Koryo firmara la paz con los invasores. Bajo el mandato de los mongoles, Koryo mantuvo su cultura autóctona y quiso demostrar su superioridad frente a los conquistadores mediante un florecimiento de manifestaciones artísticas.

Mongoles en Corea

La reforma de las tierras, la aparición de una nueva burocracia, la decadencia del budismo y la extensión del confucianismo alrededor del 1400 contribuyeron a la creación de un nuevo reino, Choson, que gobernó Corea hasta el siglo XX. La influencia política y económica de China sobre Choson fue muy fuerte. Corea se convirtió en un centro importante de aprendizaje, respaldado por la invención de los tipos de letra móviles y la técnica de planchas de madera para la imprenta alrededor del año 1234.

La prueba más importante a la que se sometió la dinastía Choson fue la invasión, en 1592, de los ejércitos de samurais japoneses que se suponía pretendían conquistar China. Aunque los siete años de lucha dejaron devastada gran parte de la península de Corea, los japoneses terminaron por retirarse, pues su flota no logró mantener una base en territorio coreano y los refuerzos tenian que venir directamente de Japón. El gran almirante coreano Yi Sun-Shin venció a los japoneses en una batalla marítima. Un elemento clave para las victorias navales de Corea fue la presencia de los primeros navíos acorazados con cañones (barcos tortuga). Los japoneses no pudieron hacer nada frente a estas armas, lentas pero devastadoras.


Barcos Tortuga

viernes, 8 de noviembre de 2019

Los Hunos. Historia

Cuadro de Ulpiano Checa. La invasión de los bárbaros o La entrada de los hunos en Roma (1887)

Los hunos eran un pueblo nómada procedente de la zona de Mongolia, en Asia Central, que empezó a emigrar hacia el oeste en el siglo tercero, probablemente a causa de cambios climáticos. Los caballos tenían una gran importancia para este pueblo, habituado a luchar a caballo utilizando como armamento lanzas y arcos. Emigraron con sus familias y grandes rebaños de caballos y otros animales domésticos en busca de nuevas tierras de pastos donde instalarse. Por su destreza y disciplina militares, nadie fue capaz de detenerlos y desplazaron a todos los que encontraron a su paso. Provocaron así una oleada de migraciones, ya que los pueblos huían antes de que llegaran para no encontrarse con ellos. Este efecto dominó de grandes masas bordeó el frente impenetrable que representaba Constantinopla y el Imperio romano de Oriente, extendiéndose por las orillas del Danubio y el Rin hasta que aplastaron el Imperio romano de Occidente en el año 476.


Los hunos encontraron tierras que les convenían en la llanura húngara de Europa oriental y allí se establecieron, ubicando su sede central en la ciudad de Szeged, a orillas del río Tisza. Necesitaban grandes extensiones de pastos para proporcionar forraje a sus caballos y otros animales. Desde esta llanura, controlaron mediante alianzas o conquistas un imperio que acabó por extenderse desde los montes Urales de Rusia hasta la orilla del Rin en Francia.

Los hunos eran excelentes jinetes, que entrenaban para la monta desde corta edad, y se cree que fueron los primeros en utilizar el estribo, elemento de suma importancia para aumentar el poder de lucha de un hombre a caballo con la lanza en ristre. Sembraron el terror en sus enemigos por la rapidez con la que se movían y cambiaban de caballo varias veces al día para mantener este dominio. Una segunda ventaja fueron los arcos compuestos, bastante superiores a cualquier arma utilizada en aquella época en Occidente. De pie y apoyados en los estribos, podían disparar por el frente, por los costados y por detrás. Sus tácticas se caracterizaron por la sorpresa, los ataques relámpago y el terror que producían después. Constituían un ejército de caballería ligera y su estructura política se basaba en un líder carismático que les guiaba hacia un objetivo.


Atila el Huno

El poder de los hunos llegó a su punto álgido durante el mandato de Atila, que fue nombrado líder de los hunos en el año 433 e inició una serie de ataques en el sur de Rusia y en Persia. Posteriormente centró su atención en los Balcanes, causando tal terror y estragos en dos importantes asaltos que le pagaron para que se retirara. En el año 450 se dirigió hacia el Imperio de Occidente, cruzando el Rin al norte de Maguncia con aproximadamente 100.000 guerreros. Avanzó en un frente de más de 150 kilómetros y saqueó la mayor parte de ciudades de lo que es hoy el norte de Francia. El general romano Aecio preparó para combatirlos un ejército galorromano y avanzó contra Atila, que estaba asediando la ciudad de Orleans. En la batalla de los Campos Cataláunicos, las tropas de Atila fueron derrotadas, aunque no destruidas.

La derrota de los Campos Cataláunicos está considerada como una de las batallas más decisivas de la historia, ya que habría podido significar el fin de la religión cristiana en Europa occidental y, tal vez, el dominio de la zona por pueblos asiáticos.


Batalla de los Campos cataláunicos

Posteriormente, Atila invadió Italia en busca de nuevos botines. Cuando entró en ella, numerosos refugiados escaparon a las islas cercanas de la costa y fundaron, según la tradición, la ciudad de Venecia. Aunque las tropas romanas fueron derrotadas y los ejércitos más importantes del país aún se encontraban en la Galia, los hunos también estaban debilitados, tras numerosas campañas, enfermedades y hambrunas en Italia. En un encuentro trascendental con el Papa León I, Atila aceptó retirarse.

El imperio de los hunos se desintegró en el año 453 tras la muerte de Atila, pues no había ningún líder fuerte que consiguiera mantener la unidad del pueblo. Los pueblos sometidos se sublevaron y las diferentes facciones se enfrentaron para conseguir el poder. Con el tiempo el imperio se deshizo con la llegada de nuevos invasores, como los ávaros, y desapareció de la historia.

Encuentro entre el Papa León I y Atila. Fresco de Rafael Sanzio de 1514.

lunes, 4 de noviembre de 2019

La Cultura del Progreso. Segunda Parte

El proceso de industrialización y sus consecuencias

Chodowiecki, D. (c. 1770). Maestro alfarero y su pupilo. En: Von Boehn, M. 62 dibujos inéditos al trabajo de johann bernhard. Frankfurt, Alemania, 1922.

(S. i.). (1868). La fábrica de Richard Hartmann. Chemnitz, Alemania: (s.i.).
Estas imágenes muestran un taller artesanal del siglo XVIII y una industria del siglo XIX.

La revolución industrial.

Durante el siglo XIX, la sensación de optimismo que generó el progreso de la ciencia y de la tecnología estuvo acompañada de la Revolución Industrial, un proceso originado en Inglaterra que se extendió al resto de Europa y Estados Unidos, e irradió su influencia a los demás continentes.

Características generales.

Muchos historiadores han calificado a este proceso como "revolucionario" por su rápida expansión territorial y por las profundas transformaciones económicas, técnicas y sociales que vivieron las sociedades industrializadas. Algunas de ellas son:

Nuevas formas de producción.

Las máquinas remplazaron a las antiguas herramientas y el trabajo en las fábricas sustituyó al realizado en el hogar y en el taller, lo que generó un incremento de la producción y la aparición de nuevos grupos sociales.

Surgimiento del trabajo asalariado.

Los trabajadores industriales soportaban extensas jornadas de trabajo, bajos salarios y la ausencia de legislación laboral.

Transformación del espacio.

La multiplicación de las industrias, el surgimiento de nuevos núcleos urbanos y el desarrollo de los medios de transporte transformaron la vida cotidiana de las personas. La expansión de la vida urbana fue una característica fundamental de las sociedades industriales.

Expansión del mercado.

La producción, antes centrada principalmente en el consumo familiar, fue sustituida por la producción en masa, orientada a un mercado más amplio (regional, nacional e internacional)


Planella y Rodriguez, J. (1889). La pequeña obrera. Barcelona, España: Museo de Historia de Cataluña.

Antecedentes de la revolución industrial

Hasta mediados del siglo XVIII predominó en Europa la agricultura de subsistencia y el trabajo artesanal. Sin embargo, una serie de factores favorecieron en este período el desarrollo de la industria moderna. A continuación, se destacan los principales.

La expansión agrícola.

Hubo importantes transformaciones en la agricultura europea que permitieron el incremento de la producción de alimentos a lo largo del siglo XIX. Entre ellas, destacan:

  • Mejora de las técnicas agrícolas. Se sustituyó el barbecho por la rotación continua de cultivos, con lo que se evitó el agotamiento de las tierras. Además, hacia 1750 se cambió el arado de madera por el de hierro y se perfeccionaron los sistemas de riego. Estas mejoras permitieron ampliar la superficie cultivada e introducir nuevos cultivos, como maíz, papa y remolacha. Por otra parte, algunas tierras de cultivo fueron destinadas a la producción de pastos para alimentar a los animales, por lo que aumentó el número de cabezas de ganado.
  • Cambio de las estructuras agrarias. Las revoluciones liberales acabaron con las propiedades señoriales y comunales explotadas de forma colectiva, y la tierra se convirtió en una propiedad privada.

Tull, J. (1762). Sembradora mecanica.

Estos dibujos fueron realizados por el agricultor Jethro Tull para construir la sembradora mecánica.



El crecimiento demografico.

Hasta el siglo XVIII, la población europea había crecido lentamente debido a las epidemias y las hambrunas. Sin embargo, la aplicación de distintas medidas de higiene, la mejor nutrición y el surgimiento de las primeras vacunas permitieron que el índice de mortalidad descendiera a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Además, gracias a que la natalidad aún se mantenía alta, la población aumentó a un ritmo acelerado. Este fenómeno, conocido como el inicio de la transición demográfica, tuvo múltiples consecuencias; una de ellas fue el incremento en la demanda de alimentos.

La nueva mentalidad.

Estos cambios se relacionaron también con el aumento gradual de la alfabetización y la difusión de las ideas del liberalismo económico. A partir de esto último, se consolidaba una nueva forma de pensar y de actuar, mas abierta a la inversión, la innovación y la búsqueda del beneficio económico.


Etapas y expansión.

La revolución industrial se desarrolló principalmente en Europa y luego se expandió fuera del continente. No obstante, esta expansión no fue uniforme, tuvo diferentes etapas y, en un mismo período convivieron zonas industrializadas con otras que aún no se modernizaban. Para algunos historiadores, la primera fase ocurrió a fines del siglo XVIII y la segunda a mediados del XIX.

La primera revolución.

En esta fase fue fundamental la introducción de la máquina a vapor, cuya principal fuente de energía fue el carbón. Los avances más importantes se lograron en los ámbitos textil, siderúrgico y de transportes.
  • Industria algodonera. La máquina a vapor se aplicó en primer lugar en la industria algodonera, logrando un gran desarrollo productivo. Gracias al uso de máquinas especializadas, los textiles británicos, baratos y de buena calidad, inundaron los mercados mundiales.
  • Industria del hierro. Otro sector pionero fue la industria del hierro, que alcanzó un gran desarrollo gracias a la introducción de un nuevo proceso de fundición que utilizaba carbón mineral, muy abundante en Inglaterra y que permitía realizar importante ahorros energéticos.
  • El desarrollo del barco a vapor y del ferrocarril. El vapor también permitió abaratar el transporte y revolucionar la carga de pasajeros y materiales, pues aumentó la capacidad y velocidad.
Watt, J. (1776). Máquina a vapor de James Watt. Glasgow, Escocia.

La máquina a vapor de James Watt, puesta en funcionamiento por primera vez en 1776, fue uno de los inventos más revolucionarios de la humanidad. Producía una corriente continua de vapor que movía una rueda a un ritmo constante.


La segunda revolución.

Sus principales fuentes de energía fueron la electricidad y el petróleo, y se destacó el desarrollo del acero y la industria química. El acero sustituyó al hierro en la construcción de líneas férreas, barcos acorazados e incluso bienes domésticos, mientras que la industria química fue fundamental para el desarrollo de la producción agrícola, metalúrgica y de armamentos, entre otros. El uso de la electricidad y el petróleo permitió el desarrollo de elementos como la luz artificial, el teléfono o el automóvil.

Otro cambio que experimentaron los sectores industrializados fue el surgimiento de una nueva forma de organizar el trabajo. La producción se dividió en etapas cortas y repetitivas, lo que se denominó producción en serie, y se impuso un salario proporcional al trabajo.


Consecuencias de la industrialización


Merkel, M. y Ottman, J. (1883). Los protectores de nuestras industrias. Nueva york, Estados Unidos: Publicado por Keppler & Shcwarzmann

La siguiente caricatura expresa una de las visiones sobre las consecuencias económicas del proceso de industrialización. Se representa a importantes empresarios norteamericanos, como Cyrus Field, Jay Gould, Cornelius Vabderbilt y Russel Sage, sentados en bolsas de "millones" y llevados por trabajadores de diversas áreas.


El impacto en la economia.

El proceso de industrialización provocó grandes transformaciones económicas, las que se sustentaron en las teorías del liberalismo económico y permitieron la expansión del capitalismo. Entre los principales cambios, se pueden señalar:

El desarrollo del sistema fabril.

La progresiva introducción de maquinaria en la industria generalizó el sistema de producción centrado en la fábrica, la cual concentraba todos los medios productivos en un mismo lugar. En ella, los trabajadores operaban maquinarias y eran parte de una cadena de producción en serie.

La acumulación y reinversión de capital.

El sistema fabril permitió que los empresarios -dueños de las fábricas y de su producción- obtuvieran mayores ganancias y pudieran acumular capital. El trabajo de los obreros, a cambio de un salario, comenzó a ser considerado por los empresarios como un factor productivo más. Los excedentes obtenidos de las ventas (restados los costos) quedaban para el dueño de la empresa, que podía acumular y reinvertir ese capital.

Surgimiento de entidades financieras.

El aumento de la actividad industrial dependía del dinero o capital que invertían la burguesía y los bancos privados. Así, algunas empresas aumentaron su tamaño y se hizo habitual la práctica de formar sociedades por acciones, donde participaban varios accionistas que recibían beneficios proporcionales al capital aportado inicialmente. Asimismo, cobraron importancia las bolsas de comercio, en las que se compraban y vendían acciones de las empresas, y los bancos modernos que posibilitaban el ahorro y el préstamo con interés.

El auge de la iniciativa privada.

La riqueza que generó la industria llevó a algunos pensadores a plantear que la base del enriquecimiento de los Estados era el libre emprendimiento individual, fundamento teórico del capitalismo. Esta doctrina planteaba la necesidad de disminuir la intervención del Estado.

A lo largo del siglo XIX, muchos países alcanzaron un importante crecimiento económico; no obstante, este bienestar fue muy desigual y las condiciones de vida variaban según el capital que se tenía para invertir o bien el tipo de trabajo que se ejecutaba.


Imagen relacionada
Annan, T. (1868). Cerca de la calle n.*80 en Glasgow. Los Angeles, Estados Unidos: El Museo de Arte del Condado de Los Angeles.

Este es un barrio de Glasgow (Escocia, Gran Bretaña) en 1868.

El impacto en la sociedad

El proceso de industrialización provocó cambios profundos en la organización de la sociedad, la que se fue haciendo progresivamente más compleja y dinámica, dando lugar a las llamadas sociedades industriales.

La sociedad industrial y los nuevos grupos sociales.

La importancia que adquirió el dinero sumada al fin de los privilegios legales de los estamentos provocaron que desapareciera paulatinamente el orden estamental, surgiendo así una sociedad de clases definida según la capacidad económica de las personas. En esta nueva estructura, destacaron:
  • La consolidación de la gran burguesía: Conformada por los dueños de las industrias, empresaríos, comerciantes banqueros y altos funcionarios. Paulatinamente esta clase se fue fusionando con la aristocracia tradicional.
  • El desarrollo de la mediana y pequeña burguesía: Integrada por pequeños comerciantes, medianos industriales, funcionarios públicos, docentes, profesionales universitarios, etc., quienes pasaron a conformar la clase media.
  • El surgimiento del proletariado urbano: La mayoría de la población que vivía en las ciudades pertenecía a este grupo y correspondia principalmente a los obreros y sus familias. Su nivel de vida, especialmente a comienzos del siglo XIX, era muy precario por las malas condiciones de trabajo y los bajos salarios. A mediados del siglo, esta situación dio lugar a la denominada cuestión social

El trabajo de niños y mujeres.

Si bien desde antes de la industrialización mujeres y niños trabajaban en las tareas del campo, en este período las mujeres adquirieron presencia en el servicio doméstico y la industria, obteniendo salarios más bajos que el de los hombres. En el caso de los niños, no era obligación la asistencia a la escuela, y su trabajo, al igual que el de las mujeres, era fundamental para sus familias.

Cabe destacar que la industrialización no afectó todas las regiones por igual e incluso en los países industrializados no toda la población se relacionó con la industria. Esta nueva sociedad de clases convivía con sociedades rurales tradicionales, en las que la aristocracia aún conservaba cierto poder y los campesinos seguían conformando la mayoría de la población en muchos países y regiones.

Hine, L. (1909). Niños que trabajan en un molino en Macon, Giorgia. Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

En esta fotografía puedes observar una de las formas de trabajo infantil que existieron en el siglo XIX y comienzos del XX.



    domingo, 3 de noviembre de 2019

    Los Japoneses. Historia.

    AVISO. Lo que vas a leer a continuación es el texto extraído del vídeo juego Age of empires 2. El cual formo parte de mi infancia, adentrándome de forma didáctica a todo el tema histórico. Hasta el día de hoy le guardo un especial cariño, por lo que he decidido rescatar estos textos, debido a que resumen de forma clara las historias de muchas civilizaciones, las cuales iré compartiendo por aquí, agregándole imágenes correspondientes. La primera pues, y una de mis favoritas, es japón.


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    Situada en un islote a 100 millas del Asia continental en su punto más cercano, Japón era una tierra de misterio en los confines de la civilización. Aislados primero geográficamente y más tarde por elección propia, los japoneses desarrollaron una cultura única que absorbió pocas influencias del mundo exterior. En los inicios de la Edad Media europea, la cultura japonesa más desarrollada se hallaba en el extremo norte del Mar del Japón, en la gran isla de Honshu. Hacia el este, al otro lado de las montañas Hakone, estaba Kanto, llanura aluvial y única gran área de las islas para la plantación de arroz. Al norte y este de Kanto se situaba la frontera, más allá de la cual vivían los aborígenes, que habían ocupado las islas desde el Neolítico.

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    Mapa del periodo Yamato, siglo VII d. C.

    Algunos creen que, hacia el siglo V d.C., la corte Yamato se había convertido en gran parte en ceremonial. Una serie de clanes independientes, conocidos como uji, eran los que detentaban el poder real por debajo del monarca. Los líderes de estos clanes formaban una especie de aristocracia que rivalizaba por el control del país y del trono.

    En el 536, el clan de los Soga estableció su predominio, surgiendo de éste el primer gran hombre de estado de la historia, el Príncipe Shotoku, quien realizó reformas que sentaron las bases de la cultura japonesa durante las siguientes generaciones. En el 645, el poder pasó del clan de los Soga al de los Fujiwara, que presidió la mayor parte del periodo Heia (794 al 1185). Este nuevo liderazgo impuso la Reforma Taika del año 645, que emprendió medidas encaminadas a la redistribución de los arrozales, estableció un impuesto sobre la producción agrícola y dividió el país en provincias. Sin embargo, gran parte del territorio permanecía fuera de la influencia y del control imperial. El poder real pasó a familias importantes que habían alcanzado un lugar prominente en las tierras de cultivo del arroz. Los conflictos entre estas familias condujeron a la guerra civil y a la ascendencia de la clase guerrera. 

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    Al igual que en la Europa Occidental medieval, el desmoronamiento de la autoridad central, la aparición de poderosos nobles locales y el conflicto con los bárbaros en la frontera, se combinaron para crear una cultura dominada por una élite guerrera. Estos guerreros llegaron a ser conocidos como samurái, "los que sirven", equivalentes más o menos al caballero europeo. A finales del siglo XII, un gobierno militar remplazó a los nobles que detentaban el poder real por debajo del trono. La cabeza del gobierno militar era el Shogun.

    La vida de los samuráis se regía por el código del guerrero, parecido al código de honor de los caballeros europeos. La lealtad a su señor constituía la base de ese código. A cambio de la protección dada al guerrero, éste obedecía las órdenes de su señor sin cuestionarlas y estaba dispuesto a morir en su nombre. El samurái daba gran importancia a sus ancestros y cultivaba religiosamente la tradición familiar para ganar méritos. Su conducta debía ser firme y no dar muestras de cobardía. Los guerreros iban al campo de batalla esperando y deseando la muerte, ya que se pensaba que un guerrero animado por la esperanza de sobrevivir no lucharía bien.

    El periodo comprendido entre los años 1185 y 1333 se denominó Kamakura, tomando el nombre de una región del Japón dominada por un nuevo clan que subió al poder tras la guerra civil. Los mongoles intentaron invadir Japón en dos ocasiones, una en 1274 y otra en 1281, pero fueron expulsados ambas veces. Una tormenta fortuita produjo grandes pérdidas en la flota de los mongoles en la segunda invasión.

    Invasiones de los mongoles en japón



    sábado, 2 de noviembre de 2019

    La Cultura del Progreso. Primera parte.

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    Gast, J. (1872). El progreso americano. Cromolitografía publicada por George A. Croffut. Wahington D. C., Estados Unidos: Biblioteca del Congreso.

    Esta pintura busca representar la expansión de Estados Unidos hacia el oeste, como reflejo del avance del progreso durante el siglo XIX y de la contraposición entre la "civilización norteamericana" y la "barbarie" indígena. La mujer vestida de blanco lleva en sus manos un telégrafo y tras ella avanzan las lineas de ferrocarril


    La idea del progreso indefinido.

    Durante el siglo XIX hasta principios del siglo XX, se dieron procesos como la expansión de la industrialización, el desarrollo de la ciencia y el crecimiento del consumo, creándose una sensación de optimismo sobre todo entre la burguesía. Esta percepción se manifestó principalmente en los siguientes aspectos:

    La Fascinación por la ciencia y la tecnología.

    Los adelantos tecnológicos y descubrimientos científicos que se desarrollaron principalmente en Europa ayudaron a expandir la sensación de que, mediante el uso de la razón, los seres humanos se podían acercar a la verdad. Algunos incluso llegaron a afirmar que la humanidad caminaba hacia la perfección, pues era capaz de resolver sus problemas, dominar la naturaleza y alcanzar la felicidad.


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    Leven, H. (1901). Zeppelin pasando por la torre Eiffel.

    Esta imagen muestra a Alberto Santos Dumont, pionero de la aviación, rodeando la Torre Eiffel con su dirigible en 1901.

    La fe en el progreso.

    La mentalidad del siglo XIX reflejaba la certeza de que la historia de los seres humanos era un camino lineal y ascendente, es decir, que el futuro seria mejor que el pasado gracias al progreso. Si bien esta fe en el progreso era una idea que ya existía en otras épocas, en este periodo se reforzó la percepción de que los seres humanos estaban avanzando indefinidamente desde un pasado "primitivo" a un presente y futuro "civilizado", regido por la ciencia y la razón.

    Estos supuestos influyeron en diversos aspectos de la vida y en el surgimiento de distintas maneras de interpretar la realidad y al ser humano desde las ciencias naturales y sociales. Por otra parte, poco a poco se irían evidenciando algunas contradicciones, pues los beneficios de este progreso no fueron iguales para todos los grupos de la sociedad.

    Expresiones del progreso.

    El desarrollo científico y tecnológico.

    La idea de que era factible dilucidar los secretos de la naturaleza y aproximarse a la verdad mediante la aplicación del método científico generó un notable progreso de la ciencia y de la tecnología en el siglo XIX. Esta idea consolidó dos importante fenómenos:

    La ciencia como la única forma válida de conocimiento.

    Muchos científicos e intelectuales consideraron que las explicaciones religiosas del mundo eran fruto de la ignorancia o la superstición, ya que no utilizaban la razón como medio para interpretar la realidad. Esto provocó una disminución de la influencia religiosa en la sociedad y en áreas como la ciencia y la filosofía. 


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    Algunos descubrimientos científicos del siglo XIX. La primera pila eléctrica, el primer ferrocarril y los rayos X.

    La especialización de las ciencias.

    Para muchos autores, la ciencia alcanzó su madurez en el siglo XIX, ya que se establecieron los limites en las distintas ramas del conocimiento. Aunque esto permitió una mayor especialización, en algunas ocasiones las distintas ciencias aunaron esfuerzos con el fin de solucionar problemas de la vida cotidiana, y mejorar los modos de producción, el bienestar y la salud publica.

    Nuevas miradas intelectuales.

    La sensación de que la sociedad progresaba indefinidamente no dejó indiferente al mundo intelectual. Desde las ciencias sociales, la historia y la filosofía surgieron diferentes maneras de interpretar la realidad y al ser humano, por ejemplo:

    El positivismo.

    La exaltación del método científico y la razón dieron origen a la corriente filosófica positivista. Esta sostenía que el único conocimiento válido era el que se obtenía de manera objetiva y científica, es decir, libre de interpretaciones. Uno de sus exponentes, Auguste Comte, postulaba que las sociedades habían pasado por tres etapas: una en que daba explicaciones sobrenaturales o religiosas, una segunda en que daba explicaciones filosóficas y otra en que daba explicaciones científicas o positivistas. También creía que la sociología ayudaba a encontrar las leyes que regían a las sociedades y a que estas superaran sus etapas.

    El materialismo historico.

    Karl Marx y Friedrich Engels plantearon que la producción era la base de todo orden social y que la historia debía ser interpretada como una lucha de clases sociales, entre aquella que posee los medios de producción y aquella que no, siendo las transformaciones sociales consecuencias de este conflicto.

    El darwinismo social.

    Uno de los precursores de esta corriente fue Herbert Spencer, filosofó que interpretó los postulados de Darwin sobre la evolución de las especies y los extrapoló a las sociedades humanas. Afirmaba que los grupos humanos tenían capacidades diferente para dominar la naturaleza y la sociedad, por lo que era legitimo el dominio de un pueblo sobre otro. Así, diversos intelectuales justificaron que las sociedades industriales guiaran a las sociedades que consideraban "barbaras" hacia el progreso.

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    Kwasny, A. (ca. 1900). Selk'nam llevados a Paris por Mr. Maitre en 1889. (s. i.)

    Durante el siglo XIX, en Europa se realizaron exhibiciones de personas pertenecientes a pueblos originarios en "zoológicos humanos", en los que se exponían a familias completas traídas desde lugares como América, Asia y África. Un ejemplo son los selk'nam fotografiados en esta imagen, quienes fueron tomados prisioneros por Maurice Maitre y llevados a la Exposición Universal de París en 1889.

    El psicoanálisis.

    En el campo de la psicología, Sigmund Freud intentó explicar científicamente el comportamiento humano. Según él, la conducta era el resultado del choque entre los impulsos biológicos e instintivos y la identidad social de la persona. Ademas, introdujo el concepto de inconsciente, el cual se podía interpretar mediante el psicoanálisis y permitía comprender la conducta.

    Si bien la expansión de estas visiones contribuyó a una perdida de influencia de la religión en la sociedad, esto no significó que desaparecieran las creencias religiosas ni el pensamiento teológico.

    La Belle Époque (1871-1914)

    Según diversos historiadores la confianza en el progreso indefinido tuvo su máxima expresión en las décadas anteriores al inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914. Este período fue denominado como la Belle Époque o "Época bella" debido a características como las siguientes.

    El gusto por el lujo y la entretención.

    La paz y la prosperidad económica permitieron a la clase burguesa rodearse de riquezas que daban cuenta de su posición dentro de la sociedad. El poder adquisitivo, la vida en la ciudad y las nuevas formas de producción industrial hicieron que este grupo social dispusiera de mas tiempo libre, el que ocupó en el teatro, conciertos exposiciones o reuniones sociales. Así, ciudades como Londres y París se convirtieron en el centro de la vida artística y cultural, desarrollada especialmente en los cafés, salas de concierto y salones.

    El orgullo y optimismo por sus logros.

    En las grandes ciudades también se organizaron muestras anuales de los principales avances científicos y tecnológicos de la época, que dieron cuenta del optimismo que esto generaba en la sociedad.

    Imagen relacionada

    Baylac, L. (1900). Vista panorámica de la Exposición Universal de 1900. Washington D. C. EE.UU.: Biblioteca del Congreso. (Detalle).

    La Exposición Universal de 1900, en París, fue uno de los acontecimientos más importantes de la época. En la siguiente imagen se observa parte de la infraestructura construida especialmente para esta ocasión.