Valtman, E. (1961). Lo que necesitas, amigo, es una revolucion como la mia. Washington D. C., EE. UU.: Library of congress.
Esta caricatura estadounidense fue realizada en el año 1961 y muestra a Fidel Castro diciéndole a un personaje que representa a Brasil: "Lo que necesitas es una revolución como la mía", mientras mantiene encadenado a otro personaje que seria el pueblo de Cuba.
La Revolución cubana y su importancia
Desde 1952, el gobierno de Cuba estaba en manos del dictador Fulgencio Batista, caracterizándose por la corrupción y la dominación estadounidense en materias de economía y política interna. En este contexto se inicio una insurrección popular para derrocar a la dictadura, al mando de Fidel Castro junto con su hermano Raúl y el medico argentino Ernesto "Che" Guevara. En enero de 1959, los rebeldes entraron en La Habana y Castro fue nombrado primer ministro de Cuba.
La oposición de Estados Unidos.
Una vez en el gobierno, Castro promulgó una serie de medidas como la nacionalización de empresas norteamericanas (petroleras, telefónicas, eléctricas, entre otras) y una reforma agraria que afectó mayoritariamente a la industria del azúcar, cuyo mayor porcentaje de tierras cultivables estaba en manos estadounidenses. Frente a esto, Estados Unidos no tardó en oponerse al nuevo régimen, estableciendo un bloqueo económico e incluso apoyando la invasión de la isla por cubanos exiliados que buscaban terminar con el gobierno. Esto llevó a Castro a fortalecer la alianza con la Unión Soviética, instaurando en la isla una dictadura comunista y una economía planificada.
La crisis de los misiles.
En 1962, luego que Estados Unidos detectara la presencia de rampas de misiles nucleares soviéticos en Cuba, el presidente estadounidense John F. Kennedy decretó un bloqueo naval y amenazó a la Unión Soviética con invadir la isla si no retiraba los misiles. La crisis estuvo a punto de desembocar en un conflicto directo entre ambas superpotencias, pero finalmente se ordenó el desmantelamiento de las rampas de misiles.
El impacto de la Revolución cubana en el continente americano fue masivo, en especial para la izquierda, que comenzó a valorar la vía violenta para acceder al poder. Aparecieron así numerosos grupos guerrilleros que intentaron emular el ejemplo cubano y buscaron derrocar por las armas a los gobiernos que entendían como ilegítimos. De esta forma se inauguró uno de los periodos más intensos en la historia latinoamericana, colmado de sueños y utopías, de revoluciones y reformas estructurales, pero también de golpes militares y enfrentamientos. En muchos de los casos se trató de un momento de fuerte polarización política entre quienes querían llevar a cabo movimientos revolucionarios, los que buscaban instaurar cambios sociales mediante reformas, y aquellos que deseaban mantener el statu quo o la situación hasta entonces imperante.
Dalrymple, L. (1899). La escuela empieza. En: Revista Puck. Washington D. C., EE. UU.: Library of Congress.
La siguiente imagen, publicada a fines del siglo XIX en la revista norteamericana Puck, buscaba representar de manera gráfica el rol que tradicionalmente había tenido Estados Unidos en América Latina. Se pueden ver también otras formas de discriminación contra las que se luchó durante el siglo XX, como la que sufrieron afroamericanos e indígenas.
La influencia de Estados Unidos
La instalación de un régimen socialista en Cuba, a escasos kilómetros de su costa, fue vista por Estados Unidos como una amenaza en un continente con una estructura social desigual y con profundos contrastes ademas de una economía exportadora y vulnerable. Había también algunos países con institucionalidades débiles y otros que estaban viviendo una gran polarización política, todo lo cual hacia propicio que germinara velozmente en él la revolución.
Frente a esto, los norteamericanos desarrollaron dos tipos de políticas para frenar el crecimiento del germen revolucionario en América Latina. Por una parte, en Centroamérica se buscó frenar militarmente cualquier llegada al poder de gobiernos identificados con el socialismo, con intervenciones políticas y militares en República Dominicana (1965), El Salvador (1980) y Nicaragua (1981). Por otra, en la década de 1960, EE. UU. diseño una política de intervención indirecta a través de la Alianza para el Progreso y de la difusión de la Doctrina de Seguridad Nacional.
La Alianza para el progreso.
En 1961, el presidente Kennedy inició una nueva estrategia para tratar de frenar los movimientos revolucionarios y creó la Alianza para el Progreso, que consistía en una colaboración económica y tecnológica para favorecer el desarrollo de reformas sociales en países de América Latina. Esta alianza implicó una inversión de millones de dolares orientados a llevar a cabo reformas agrarias limitadas o controladas que permitieran mejorar la productividad agrícola, el acceso a viviendas y a la educación. Con ello se buscaba mejorar las condiciones de vida de la población, de manera de contener un posible estallido social que derivara en una nueva revolución al estilo cubano.
La Doctrina de Seguridad Nacional.
Simultáneamente, se creó la Escuela de las Américas, destinada a adoctrinar a militares latinoamericanos en la Doctrina de Seguridad Nacional, que sirvió luego como base ideológica de los futuros golpes de Estado en el continente y bajo la cual se entrenó a los militares en mecanismo de represión y desaparición, técnicas de tortura y espionaje. Esta doctrina implicaba la creencia de que el enemigo de las Fuerzas Armadas nacionales ya no era solo poderes extranjeros que podían amenazar la soberanía nacional, sino que también la ideología comunista y sus seguidores, que corroían la sociedad en su conjunto hasta disolverla. En ese contexto, el comunismo pasó a ser el principal enemigo "interno" de los militares, ya que existían grupos que lo promovían al interior de cada país.
Los golpes de Estado y las dictaduras militares
La presencia de los militares en la política latinoamericana ha sido más o menos permanente a lo largo de la historia del continente. Sin embargo, hasta antes de la influencia de la Doctrina de Seguridad Nacional, la presencia militar en el poder estatal se había caracterizado principalmente por incursiones esporádicas en contextos de crisis social o económica. Esto cambiaría a partir de la década de 1950, y especialmente durante 1960 y 1970.
La lucha contra el "enemigo interno".
Bajo el influjo de la Doctrina de Seguridad Nacional, se comenzó a observar una cierta coherencia ideológica entre las Fuerzas Armadas de distintos países de América Latina que abogaba por la destrucción del comunismo para la protección de la propia nación. En este sentido, las dictaduras latinoamericanas son una de las formas particulares que tomó la Guerra Fría en el continente americano.
Las formas de represión.
Este carácter ideológico compartido se expresó también en las formas en que los militares ejercieron el poder. La lucha contra el supuesto "enemigo interno" tomo la forma de una guerra contra las organizaciones y movimientos de izquierda, revolucionarias o no, que finalmente afectó al conjunto de la sociedad de cada país. Una serie de organismos vinculados con las Fuerzas Armadas participaron en la persecución de los militantes de izquierda. Un ejemplo es la DINA (Dirección de inteligencia Nacional), creada en 1974 en Chile y bajo la cual se logró una coordinación con los servicios de inteligencia militar de Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay (Operación Cóndor).
Las violaciones a los derechos humanos.
Los regímenes militares aplicaron, en su mayoría, políticas represivas que culminaron en violaciones a los derechos humanos. La sociedad en su conjunto vio como se puso fin abruptamente a las libertades que hasta entonces todos habían podido ejercer. En algunos países, como Guatemala, el número de desaparecidos llegó a cerca de 45.000 personas y a más de 200.000 victimas de la violencia política. Hasta el día de hoy, la lucha en favor del pleno esclarecimiento de estos atropellos ocupa un lugar central en las sociedades y los gobiernos latinoamericanos. Tras años de haber negado o disimulado lo ocurrido, hoy muchos militares y civiles han sido procesados por la justicia de sus respectivos países.
Hochhäusler, l. (ca. 1940). Calle Huérfanos con sus avisos luminosos de casas comerciales y autos estacionados en ambos costados.
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