martes, 28 de marzo de 2023

LOS ÚLTIMOS ZARES DE RUSIA (EL GOBIERNO DE NICOLAS II)

Bandera no oficial del Imperio Ruso, usada entre 1914-1917. La pondremos para diferenciar a esta entidad de la actual Rusia, tomando en cuenta que esta versión tiene el escudo real estampado en su diseño y que ambos gobiernos usan/usaron el mismo modelo tricolor.

División territorial del Imperio Ruso. Para que se hagan una idea de lo enorme que era, solo la parte en rojo claro corresponde a la actual Rusia.

Rusia. Una nación que en muchos sentidos ha cambiado el mundo de manera permanente. Con una rica historia de expansión y conquista, ha pasado por tantos cambios desde dentro como desde fuera, que fácilmente se le podría dedicar más de un libro. Sin embargo, aquí repasaremos un proceso que repercutirá para siempre en el escenario geopolítico del siglo XX y la historia contemporánea: el fin de los zares rusos. Porque si no lo sabias, antes de la llegada del comunismo o Putin, la monarquía fue la forma de gobierno por más de tres siglos de este gigantesco estado. Tres siglos en donde la madre Rusia se convertiría en el país más grande del mundo, solo para acabar con su tradición bajo el fuego de una revolución armada en el marco de la Gran Guerra. 

Sin embargo, este desenlace fue producto de un proceso de constante inestabilidad y cambios estructurales que dieron pie a un descontento generalizado entre la población. Por tanto, haremos un repaso de las ultimas décadas de existencia del imperio a través de los reinados de los últimos zares. ¿Interesado?

REFORMAS (RUSIA EN EL SIGLO XIX)

Para 1914, poco antes del inicio de la guerra, era la cuarta economía más grande, y cubría el 15% de la masa terrestre. Debido a esto, los rusos podían jactarse de poseer al ejército más grande del mundo, lleno de hombres embriagados por su patriotismo, que no dudaban ni un segundo en ir a pelear en las crudas condiciones del frente oriental durante la Primera Guerra Mundial, bajo la bandera imperial y la supervisión del gran Zar Nicolas II. 

Bueno, al menos esta era la imagen que se quería proyectar y la que ha prevalecido para los desinformados. Sin embargo, no todo era perfecto al interior de las fronteras, y esta descripción que te conté, misma que las autoridades quisieron imponer, dejaba de lado todo el horrible trasfondo que la ciudadanía paso durante las últimas décadas de mando de la familia Romanov. Pero para no perdernos y a la vez ser fieles al título de este capítulo, comenzaremos este viaje durante el principio del siglo XIX. 

Zar Alejandro I (1801-1825). Durante su reinado el imperio se quedó estancado, y los civiles fueron reprimidos. En sus últimos años se volvió paranoico, creyendo que estaban actuando en su contra, motivo por el que echo para atrás muchas de las reformas que implemento.

A comienzos del siglo XIX Rusia no tomo el tren de la revolución industrial y en consecuencia se había quedado estancada en el pasado. Con un sistema feudal y subdesarrollado, los súbditos veían con envidia como el resto de las naciones europeas se modernizaban y mejoraban su modo de vida, acorde a los nuevos pensamientos que florecieron durante esa época. Por otro lado, los zares rusos tuvieron otras prioridades en mente, que no incluían el hacerse cargo del malestar general del pueblo, debido a que estaban muy ocupados despilfarrando el tesoro imperial en fiestas y buena vida, a costas de los siervos, quienes seguían amarrados a un arcaico sistema de servidumbre. Sin embargo, para la primera mitad del siglo, estos malestares se hicieron demasiado notorios como para ignorarlos. Después de la dura derrota en la guerra de Crimea de 1853 la debilidad interna quedo al descubierto, aunque debido a la autocracia de los emperadores estos puntos flacos solo podrían ser atendidos desde lo más alto del gobierno, ya que la oposición estaba muy reprimida. 

Fue así como en 1855 llegaría al trono Alexander II, quien venia a proponer una nueva serie de reformas. 
  • Pequeña nota, en cada momento intercalare los nombres de los zares entre sus versiones latinas y rusas

Fotografía zar Alejandro II 1878-1881

Bajo la supervisión de este nuevo jefe de estado, el gran imperio ruso finalmente comenzaría un arduo proceso de modernización, que alcanzaría a todos los rincones de la sociedad. Se cambio la industria militar, las líneas ferroviarias se expandieron, así como las líneas de comunicación, pero lo más importante fue su reforma concerniente al campesinado. Veras, antes de la llegada de Alexander, los siervos rusos no tenían ningún derecho, pues como trabajadores de las tierras estaban sometidos a los requerimientos de los dueños de estos terrenos, siendo en todos los sentidos iguales a los esclavos. Y fue este uno de los muchos motivos que llevaron a la perdida militar en la guerra de Crimea, ya que la falta de preparación de la servidumbre era muy evidente si se les comparaba con los ejércitos británicos, franceses y otomanos, cuyos soldados eran hombres libres. 

Fue así como en 1861 el zar promulgo la "reforma de emancipación" que puso fin a este sistema en todo el imperio. Algo que le dio una gran notoriedad, como un convencido en su misión de llevar a Rusia por el camino correcto. Su ambición por cambiar la estructura llego a tal, que entre sus planes se encontraba la idea de hacer una reforma constitucional que limitara sus poderes, acorde a los consejos de su ministro del interior Mijaíl Lorís-Mélikov, quien quería apaciguar los aires de los grupos más radicales de la sociedad, que criticaban todo el sistema autocrático de los Romanov. Algo que se haría palpable para el final del reinado de Alejandro. 

Para febrero de 1881 la consulta ejecutiva aprobó por unanimidad el proyecto y el 1 de marzo el zar notificaría a su primer ministro de que ahora el consejo tendría que debatir el proyecto en los siguientes 4 días. Pero o cruel ironía del destino, algo pasaría que daría paso a tras a esta gran reforma gubernamental. ¿Pero porque digo que ironía?

Para que nos entendamos, a pesar de los cambios que el monarca había impulsado a lo largo de su gobierno, lo cierto es que aun había muchas demandas que quedaron a la cola de las prioridades imperiales, lo que continuaba molestando a muchos sectores, quienes intentaron matar a Alexander más de tres veces (en 1866, 1867, 1879, 1880). Entre medio de estos intentos, se encontraba un grupo radical llamado Naródnaya Volya (voluntad del pueblo), quienes estaban a favor de acabar con el gobierno autocrático, motivo por el que se dedicaron a asesinar a varios funcionarios imperiales, antes de ir por el pez gordo. El asesinato del zar dio marcha a tras a la idea de comedir los poderes estatales, regalándole el trono en bandeja de plata a un nuevo monarca que sería mucho más conservador y cruel. 

El 13 de marzo de 1881, un revolucionario llamado Nikolái Rysakov arrojo una bomba cerca del coche en donde se transportaba Alejandro, hiriendo de gravedad al monarca, que fallecería ese mismo día a causa de sus heridas. Con él, también moría la única esperanza de los rusos de un gobierno progresista. En su confesión posterior al arresto, Rysakov reveló todo lo que sabía sobre la organización, su personal y su agenda; facilitando numerosos arrestos y comprometiendo seriamente la fuerza del partido opositor, cuyos miembros serian ahorcados.

Tras un momento de vacilación tiré la bomba. La tiré hacia los cascos de los caballos para que llegara a los bajos del carruaje... La explosión me golpeó contra la valla.

Nikolái Rysakov 

Foto del joven asesino

Cadaver del Zar Alexander II. 

Algunas de las reformas que se impulsaron: 
  • relajación de la censura de los medios
  • Reforma judicial de Alejandro II
  • modernización del ejército y la marina
  • zemstva y otras innovaciones en el gobierno local
  • innovaciones educativas que incluyen la expansión y reforma de universidades, escuelas primarias y secundarias
  • reforma de la iglesia ortodoxa rusa
  • modernización económica que impacta a la banca, los ferrocarriles, la minería, la manufactura
  • emancipación de los campesinos en Polonia
  • mejoró el estatus de los judíos.

EL INICIO DEL FIN (acaba el siglo XIX, comienza el XX)

Para finales del siglo Rusia volvería a tener en el trono a un zar autoritario, ya que el encargado de tomar las riendas de Alejandro II sería el cruel y sanguinario Alejandro III. Este hombre, que era conocido por su fuerte carácter, mantuvo siempre un gran desacuerdo con su padre a quien culpaba de debilitar el control real dentro de los asuntos internos. Por tanto, cuando el asesinato fue perpetrado vio confirmadas todas sus angustias, mismas que acabarían con la vida de su antecesor. Motivado por este antecedente, inicio una nueva época de férrea autocracia, derogando mucho del avance logrado hasta entonces. Sin embargo, fue efectivo sin lugar a dudas, manteniendo a la oposición a raya por medio de una policía secreta que arrestaba a cualquiera que estuviera descontento con el gobierno central, siendo durante su mandato que moriría el hermano de Vladimir Lenin, quien en el futuro sería el líder de la revolución bolchevique de 1917. 

Alejandro III. Retrato fotográfico publicado por Mikhail Stasyulevich , 1883

Por otro lado, creía que la diversidad étnica de Rusia era una debilidad explotable que comprometía la unidad, por tanto, dio rienda libre a una rusificación en el territorio, sobre todo en lugares como Finlandia o el Cáucaso, los cuales al estar ubicados en los límites fronterizos eran los más reacios a acatar los comandos entregados desde San Petersburgo. 

Toda esta historia de represión resulta curiosa para quienes hayan estudiado en profundidad los últimos gobiernos zaristas, ya que el mismo Alejandro tenia una doble cara que exponía por medio de ciertas afirmaciones, como que “ninguna persona que tenga corazón puede desear la guerra y todo gobernante al que Dios le entregó un pueblo debe tomar todas las medidas necesarias para evitar los horrores de la guerra”. Esta cita se vocalizo bajo el contexto de la guerra de Crimea de la cual fue participe, y por la cual recibiría el irónico apodo de "pacificador". Y si, digo irónico meramente por lo que pasaba puertas adentro, pero en cuanto al exterior es necesario resaltar que el imperio no se inmiscuyo en ningún conflicto mientras él reinaba. 

Además, logro una recuperación económica que mantuvo las cosas en línea para el bajo pueblo, el cual vio una cierta mejora en el modo de vida a costa de sacrificar sus libertades individuales. Logro firmar tratados con China, y acabo con la alianza con Alemania, debido a los deseos expansionistas del Kaiser Guillermo, buscando la unidad con Francia y, aunque no creía en dividir los poderes estatales, si recorto el presupuesto del palacio reduciendo el número de sirvientes y haciendo más modestas las fiestas y los desfiles reales. 

Alexander III y Maria Feodorovna con miembros de la familia real en el porche de su casa en Langinkoski, Finlandia, en el verano de 1889.

Alejandro III y el presidente francés Marie François Sadi Carnot forjan una alianza

Aun así, Rusia estaba necesitado de reformas profundas, mismas que el zar no estaba dispuesto a llevar a cabo, por lo que todo acabaría explotándole en la cara a su sucesor Nicolas II, quien subió al trono después de que Alexander muriera sorpresivamente en 1894 de problemas renales. 

El gobierno centralizado, aunque fuerte en teoría, no aseguraba el apoyo del resto de regiones sin un cabecilla fuerte en el trono y Nicolas había pasado los años de régimen de su padre sin que se le explicasen los medios para gobernar. Por tanto, como jefe de estado no tenía el carácter ni la convicción que caracterizaron a su progenitor, lo que reavivo todos los problemas sin solucionar pues siguió el mismo modelo autoritario de Alejandro. 

El cuerpo de Alejandro tras su muerte en Crimea en 1894

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El zar Nicolas II tendría el dudoso honor de clavar el último clavo del ataúd de la dinastía Romanov, ya que no poseía los medios necesarios para solucionar los problemas de un estado tan grande. El mismo sabia sus limitaciones, confesándoles a sus cercanos de que no estaba listo para el puesto, convirtiéndolo en una carga que llevaría por el resto de su vida. Su personalidad tímida y su inexperiencia en los asuntos gubernamentales harían de su reinado el lugar propicio para que florecieran muchos ataques y actos curiosos que llevarían a la conformación de la posterior Unión Soviética. 

El zar Nicolas II

Como precedente del porvenir se cuenta a modo de anécdota lo ocurrido en su coronación en la llamada "Tragedia de Khodynka". Ya que en las celebraciones posteriores los nuevos emperadores iniciaron actividades y un reparto de regalos entre la población que juntó a varios cientos de miles de personas (se estiman en 500.000) las cuales buscaban obtener un poco de la comida distribuida en el campo de Khodynka. Todo estuvo bien al principio, pero lamentablemente en el público se esparció el rumor de que no había suficientes víveres para todos, lo que provocó una estampida que acabo matando a cerca de 1200 personas. Una catástrofe que estuvo en las portadas de los periódicos, manchando la coronación. 

Por si fuera poco, Nicolas mostro una imagen desinteresada con el asunto, asistiendo esa misma noche al baile que tenia programado en la embajada francesa para celebrar su nuevo puesto, ignorando el consejo que le dieron sus asesores de que no se presentara. El público indignado le dio el apodo de Nicolas "el sangriento" (bloody en inglés). 

Espectadores reunidos en Khodynka

Victimas del incidente

18 de mayo. Sábado. 

Hasta ahora todo iba, gracias a Dios, como un reloj, pero hoy hubo un gran percance. La multitud que pasó la noche en Khodynka, esperando el comienzo de la distribución del almuerzo y las tazas, se empujó contra los edificios y provoco una horrible aglomeración, ¡y es horrible decir que pisotearon a unas 1300 personas! me entere a las 10+1 ⁄ 2  horas antes del informe de [ministro de guerra] Vannovski; el cual me dejo una impresión desagradable con la noticia. A las 12+1 ⁄ 2 almorzamos y luego Alix [Zarina] y yo fuimos a Khodynka para estar presentes en esta triste "fiesta nacional". Pero en realidad no parecia ocurrir nada: miramos desde el pabellón a la enorme multitud que rodeaba el escenario desde donde la orquesta tocaba todo el tiempo el himno y "Gloria". Entonces fui a Petrovsky [palacio], donde recibí en la puerta a varias delegaciones para luego entrar al patio. Aquí se sirvió la cena bajo cuatro carpas para todos los jefes de municipio. Tuve que dar un discurso para los reunidos, y luego otro para los mariscales de la nobleza.

—  Del diario del emperador Nicolás II (adaptación al español del texto original) 

Aunque el comienzo no era alentador para el monarca, el creía firmemente que dios lo había elegido para ostentar el poder y por tanto debía dar su mejor esfuerzo para apalear el creciente desorden. De este modo, y bajo el legado político de su padre, Nicolas tendría unos primeros años tranquilos intentando expandir la influencia rusa en Asía y sobre todo en la Europa oriental, bajo la bandera del paneslavismo. Era bien sabido que el zar poseía un gran gusto por los temas militares, aunque como veremos esto no lo convirtió automáticamente en un gran estratega. Mal aconsejado y aislado de la realidad nacional que aquejaba la preservación de la familia real, los historiadores concuerdan que la imagen que tenia del imperio era muy parecida a un cuento de hadas. Sin embargo, un hombre dentro de su círculo podía ver que el conservadurismo del emperador no lo estaba ayudando, por lo que lo aconsejo para implementar un nuevo plan de modernización estatal que traería a Rusia los beneficios del mundo occidental del cual estaban atrasados. Este hombre era Serguéi Yúlievich Witte, ministro de hacienda, y el responsable de la industrialización imperial, lo que le daría, como no, trabajo a los pobres campesinos que para entonces eran más del 80% de la población rusa. 

Sergei Witte

Desde los tiempos de Alejandro los capitales franceses habían estado invirtiendo cada vez más en Rusia, por lo que Sergei conseguiría dinero de este y otros estados para traer nuevas industrias, las cuales convirtieron al imperio en la 5ta potencia económica del mundo, casi alcanzando a la misma Francia. Sin embargo, este cambio social trajo consigo nuevos problemas; si bien la economía crecía a niveles nunca antes vistos, los trabajadores, que tenían que vivir en condiciones deplorables, comenzaron a demandar mayores derechos laborales. Por otro lado, Nicolas para entonces tenía sus propios problemas personales exigiendo atención. 

Veras, había dos cosas indispensables que se esperaba de los zares una vez que asumían, una era que ganaran guerras y conquistaran territorios y la otra que tuvieran muchos hijos para perpetuar el linaje real. Tristemente, para inicios del siglo XX este último punto seguía sin poder concretarse, ya que si bien la zarina había acabado embarazada cuatro veces, en cada ocasión él bebe resulto ser niña, algo que desespero a la pareja orillándolos a tomar diferentes métodos para concebir un varón. Sin embargo, dios pareció escuchar las plegarias, ya que en 1904 llego finalmente el tan ansiado heredero al trono: el príncipe Alexei.

Nicolás II y su familia en 1904

Pero esta felicidad no duraría para siempre... a los pocos días de nacido el príncipe seria diagnosticado de hemofilia, una enfermedad que impide la correcta coagulación de la sangre, siendo un mal que afectaba a muchos miembros reales de Europa; de hecho la propia zarina había perdido a familia cercana gracias a esta condición que por lo demás acortaba significativamente la esperanza de vida del niño y lo incapacitaba para reinar. 

Esto desmoralizo notoriamente al zar el cual hasta el día de hoy es recordado debido a su buen trato como padre de familia. Sin embargo, los asuntos imperiales no podían esperar, las protestas y las demandas seguían siendo panoramas comunes, pero por suerte Nicolas tenía una solución. Regresando a lo expresado antes, se podría decir que el segundo requerimiento para ser un buen zar ya estaba cubierto... claro el heredero tenía hemofilia, pero esa era una información que los Romanov se reservaron para sí mismos sin dejar que traspasara a oídos de la gente o la oposición, de este modo al emperador solo le faltaba ganar una guerra importante, que perpetrara su legado como monarca. Así creía también que volvería a tener al pueblo de su lado gracias al férreo nacionalismo ruso. Quito su vista de occidente, para centrarse mejor en Asía, en donde tenían una presencia relativamente débil que había que proteger, sobre todo de la expansión nipona. "Ningún estado asiático puede contra los europeos", bajo ese credo se decidió asegurar su esfera de influencia en el norte de China atacando a Japón, una nación que los rusos creían que no daría mayores problemas en batalla. Dando inicio así a la guerra Ruso-japonesa de 1905. 

De la guerra a la revolución 

Bien, cabe aclarar que aquí no vamos a tratar en profundidad lo acontecido durante el conflicto, debido a que da para una publicación a parte y nos alejaría de la temática central que estamos exponiendo. Pero esta guerra, que tuvo una duración de poco más de un año, fue un completo desastre para Rusia, la cual vería su prestigio internacional destruido al ser el primer estado europeo que perdió una guerra ante un país asiático en la historia moderna. 

Japón, que estaba enfrascado en la famosa época Meiji, desde un principio intento evitar el choque directo entre ambas potencias, proponiendo reconocer el dominio ruso en asía si el zar reconocía sus dominios en la recién conquistada Corea, algo que Nicolas rehusó, pues defendía la existencia de un estado neutral entre los dos imperios (y recordemos que estaba falto de una victoria bélica). Viendo las vías diplomáticas caídas, Japón ataco por sorpresa a la flota rusa ubicada en Porth Arthur, Manchuria, la cual no estaba alertada del peligro ya que aún no había una declaración formal de guerra. 

La impresión muestra, en primer plano, un acorazado ruso explotando bajo el bombardeo de acorazados japoneses; en un asalto naval sorpresa a la flota rusa en la Batalla de Port Arthur (Lüshun) en la Guerra Ruso-Japonesa .

Encolerizado Nicolas movilizo a su ejército en dirección este para la contraofensiva, pero las tropas estaban muy mal equipadas, además de que el despliegue hacia un lugar tan apartado como lo era Asía convertía al trayecto en una travesía larga y desmoralizante que permeo notablemente el esfuerzo bélico. Los japoneses por otro lado estaban listos para hacerles frente en terreno propio defendiendo el honor nacional nipón. 

El zar obstinadamente prosiguió con los combates, ya que incluso cuando la derrota era evidente seguía creyendo en la victoria final de sus tropas, pero para su mala fortuna el pueblo, que escuchaba diariamente lo que pasaba en el frente, ya no estaba dispuesto a seguir aguantando las horribles condiciones de vida que tenían bajo un régimen que cada vez parecía estar más desconectado de la realidad. De este modo, se daría comienzo a la Revolución de 1905.

Barricadas en Moscú

¿Los motivos?, bueno, como se comentó, la guerra con Japón fue uno, pero aún era necesaria una mecha que encendiera la llama revolucionaria, y esta vendría en una forma bastante peculiar de la mano de un apuesto sacerdote llamado Georgy Gapón, quien en enero de 1905 lideraba una marcha pacífica hacia las puertas del palacio para pedirle respetuosamente al zar mejores condiciones para los trabajadores; mismos que desfilaban bajo la bandera de un respeto y amor a Nicolas, por lo que la movilización fue vista como irrelevante por todos los grupos radicales del imperio. Sin embargo, finalmente probaría ser el desencadenante de la catástrofe. 

Georgy Gapón

Con el camino trazado hacia el palacio de invierno el pacífico grupo comenzó a abrirse paso por las calles de la capital (San Petersburgo), aunque lo que ellos no sabían era que el zar había dejado la ciudad hace algunos días, y debido al poco interés que generaba la protesta este no supo de esta en su ausencia. En su lugar, varios regimientos fueron llamados a detenerlos antes de que llegaran a la casa real, advirtiéndoles de que si no paraban su avance tendrían que abrir fuego, algo que desconcertó a los involucrados quienes incluso habían recibido el apoyo de la policía local gracias a que no mostraban animosidad hacia el emperador. 

Sin embargo, debido a la gran cantidad de civiles presentes la situación estaba saliéndose del control de los soldados, quienes acatando ordenes de sus superiores dispararon contra la multitud, convirtiendo a la pacifica marcha en una masacre que acabaría con la vida de cientas de personas, en lo que sería recordado como "domingo sangriento".  

Fotograma de la película soviética Devyatoe Yanvarya ("9 de enero") (1925) que muestra una fila de soldados armados frente a los manifestantes en los accesos al Palacio de Invierno en San Petersburgo .

Si bien el tiroteo no fue ordenado por Nicolas, como autócrata toda la culpa recaía en él. Por si fuera poco, el hecho de que las protestas se hicieran bajo un mensaje de amor al zar hizo que los ciudadanos cambiaran finalmente su modo de dirigirse a él, acabando con el poco respaldo que le quedaba de la gente, quienes ahora comenzaron revueltas por todo el país bajo la consigna de que "ya no tenemos zar". Además Rusia por entonces aun no firmaba la paz con Japón, por lo que las muertes en el campo de batalla se seguían sucediendo, hundiendo aún más la reputación rusa ante el mundo. 

"Las arenas se acaban". Una caricatura de la revista britanica Punch, que muestra al zar Nicolas observando un reloj de arena que representa el prestigio de Rusia. 

Una locomotora volcada por trabajadores en huelga en el principal depósito ferroviario de Tiflis en 1905

Toda esta revolución probo tener en el punto de mira a los miembros de la familia Romanov, luego de que ese mismo año el gobernador general de Moscú fuera asesinado por la bomba terrorista del militante del Partido Social-Revolucionario Iván Kaliáiev en el Kremlin. Hablamos de nadie menos que del Gran Duque Sergio Aleksándrovich, hijo de Alejandro II y cuñado de Nicolas, quien no pudo asistir al funeral debido al peligro que le suponía. Poco después, al enterarse de las huelgas a lo largo del territorio le diría a su ministro del interior, "hablas como si fuera una revolución", dejando en evidencia una vez más la burbuja en la que estaba inmerso el emperador; quien recibiría una contundente respuesta, "su majestad imperial, es una revolución". 

Sergio Aleksándrovich

El carruaje del duque tras el asesinato

Por si fuera poco, los marineros que quedaban aun combatiendo, comenzaron a amotinarse en contra de las ordenes de sus superiores, lo que podría ocasionar un gran jaque mate para el zar, ya que si no contaba con el respaldo del ejército seria su fin. Con tanta inestabilidad Nicolas debió ceder ante la presión y darle a la gente lo que pedía (bueno en parte). 

Con el apoyo de Sergei Witte (si el mismo que comenzó la industrialización) se escribió el conocido manifiesto de octubre (nombre oficial: El Manifiesto para la mejora del orden del Estado), que aseguraba libertades civiles: incluyendo la inmunidad personal, la libertad religiosa, la libertad de expresión, el derecho de reunión, y el derecho de asociación. También se conformaría la Duma, que en palabras simples era un parlamento elegido democráticamente que serviría de intermediario entre las decisiones del zar y el pueblo. 

De este modo el sistema imperial ruso parecía que había comenzado a cambiar y, posteriormente, ya con la guerra con Japón finalizada y con las tropas de regreso Nicolas se dedicó a purgar a todos los radicales que habían formado parte de las manifestaciones. Y fue así como los Romanov lograron sobrevivir a la revolución de 1905. 

Manifiesto de Octubre promulgado por Nicolás II. Publicado el 18 de octubre de 1905.

El zar Nicolás II en su discurso inaugural ante una reunión conjunta de las dos cámaras de la Duma celebrada el 27 de abril de 1906 en el Palacio de Invierno.


LA CAÍDA DE UN IMPERIO

(Ahora que me doy cuenta, esta será sin duda una de mis publicaciones más largas)
Bien, sobrevivimos... y aunque las consecuencias de la inaptitud de Nicolas casi acaban con Rusia, la historia probaría que este hombre no aprendería nada. Sin embargo, contaba en el gobierno con hombres que estaban deseosos de modernizar el aparato estatal sin destruir la monarquía, y de entre todos estos uno resalto más que los demás: Pyotr Arkadyevich Stolypin; quien en 1906 se haría primer ministro y aun con las secuelas del alzamiento supurando convencería al zar de implementar un nuevo plan de reformas que recuperara la economía recientemente destruida, asegurando a la vez la felicidad de los civiles. Aunque se estaba haciendo una gran persecución de los opositores, Pyotr entendía que el deseo del zar de tener un gobierno militar solo llevaría al fin del imperio, por lo que estaba determinado a hacer lo que nadie había echo hasta entonces. 

Pyotr Arkadyevich Stolypin, primer ministro ruso 1906-1911.

Y aunque con esta descripción este tipo nos puede parecer alguien genial, lo cierto es que como se expuso desde un principio Stolypin era un férreo defensor de los Romanov, por lo que hasta que los cambios no rindieran frutos continuo con la represión de cualquiera que despotricara contra la familia real. Decisión que se vio justificada luego de que su casa fuera atacada en 1906 mediante un atentado explosivo que acabo con la vida de varias personas. 

Dacha de Stolypin en la isla Aptékarsi de San Petersburgo

Para los historiadores este hombre resultaba ser la última esperanza para Nicolas, quien creía en las capacidades de su primer ministro, el cual en poco tiempo comenzó a cumplir los objetivos que se había trazado, enojando aún más a los radicales quienes no podían lograr que la gente se alzara ahora que las condiciones estaban estabilizándose nuevamente. De este modo el zar tuvo la oportunidad de rehabilitar su imagen, pero lamentablemente otro escándalo volvería a mancharla, y si sabes un poco de la historia zarista sabrás a lo que me refiero... así es, es aquí cuando entra en escena el mítico Grigori Yefímovich Rasputín. 

Un pobre campesino de Siberia (autodenominado monje) que en tiempo récord se ganaría la confianza de los Romanov. Pero ¿porque? 

Grigori Yefímovich Rasputín.

Para comprender como un sujeto como este pudo escalar posiciones, habiendo llegado de la nada, tenemos que recordar que el príncipe heredero Alexei sufría de hemofilia, un padecimiento que era ocultado al resto del mundo debido a las implicancias que podía traer. De este modo la sobreprotección ejercida por la pareja real, pero sobre todo por la zarina, hizo que se desesperaran en buscar una solución milagrosa, ya que los médicos eran incapaces de controlar los múltiples sangrados que aquejaban al príncipe; y una solución milagrosa era justo lo que tenía Rasputín, quien ya se había echo una reputación como curandero. La gente y sobre todo miembros de la alta sociedad daban fe de sus poderes divinos, mismos que llegaron a oídos de los emperadores quienes lo trajeron durante uno de los tantos episodios de Alexei y, ¡o sorpresa! el misterioso sujeto fue capaz de detener el sangrado. Ahora, el como lo hizo sigue siendo tema de debate, pero esta hazaña le abriría las puertas al palacio, generando rápidamente una enemistad con el primer ministro quien vio como Nicolas era influenciado cada vez más por el recién llegado. 

Alexandra Feodorovna (zarina) con sus hijos, Rasputin y la enfermera Maria Ivanova Vishnyakova, 1908

Esta batalla, sin embargo, desde el principio estaba perdida para Pyotr, ya que el delicado estado de Alexei hacia indispensable la cercanía del "monje". Mismo a quien pronto le comenzaron a caer serias acusaciones que lo apuntaban como un depravado sexual. Acusaciones que no estaban del todo desenfundadas, pues ya con el tiempo, hemos podido saber por ejemplo que en su juventud se afilio a la secta religiosa Khlysty que abogaba en contra de la vida cerrada del clero; defendiendo que uno podría alcanzar la divinidad por medio de rituales exóticos, como las orgías. 

Pero en esos momentos los emperadores hicieron oídos sordos a las advertencias, como ya era la costumbre en el reinado, por lo que el chismorreo fue irrefrenable y ya muchos aseguraban que este loco había seducido a la zarina, quien a decir verdad si tenía una afinidad con él, debido que creía firmemente en los poderes curativos del campesino, lo que hizo que le defendiera en múltiples ocasiones. 

Alexei con uniforme del regimiento Jaeger de la familia imperial


Mi alma se tranquiliza y puedo descansar solo cuando tú, mi maestro, estás sentado a mi lado y beso tus manos y apoyo la cabeza en tus benditos hombros. Entonces, ¡qué fácil me resulta todo! En ese momento tan solo tengo un deseo: caer dormida, dormir para siempre en tus hombros, abrazada por ti

-Carta de la zarina (fragmento).

Todo acabaría explotando cuando se filtraron a la prensa cartas apasionadas de ella enviadas a Grigori ☝☝☝, mismas en las que parecía quedar de manifiesto más que una simple amistad entre ambas figuras. Lo que evidentemente llego a oídos del zar, quien al verse atrapado en toda esa vorágine opto por regresar a Rasputín a su tierra natal en Siberia. Algo que claramente debió alegrar al primer ministro, pero Stolypin seria asesinado de dos disparos en 1911, por el revolucionario radical Dmitri Bogrov, que había pertenecido antiguamente a la policía política (la Ojrana) y se había luego convertido al socialismo radicalizándose. Moria así la última esperanza del imperio para sobrevivir. 

De nuevo, si, de nuevo el desastre parecía propiciarse, ya que meses después Alexei tendría otro incidente, pero como ya no había nadie cerca que lo ayudase la zarina enviaría un telegrama urgente a Siberia, pidiendo al "monje" que rezara por el niño. 

Así lo hizo y "milagrosamente" la respuesta a Alexandra llego justo en el momento en que el príncipe se recuperaba, por lo que Rasputín volvería a ganar prestigio en la familia imperial, siendo traído de vuelta a la capital de la cual no se iría hasta el final de sus días, lo que no lo salvaría de sufrir más de un incidente.

El primer ministro Stolypin en su lecho de muerte.

Por ejemplo, durante una visita a su familia en el pueblo de Pokrovskoye seria apuñalado por Khioniya Guseva, quien gritaría "¡He matado al Anticristo!" después del ataque, pero no hubo éxito y siete semanas después Rasputín se rehabilitaría, a las puertas de la Gran Guerra.

Tropas rusas que van al frente

Bien, la participación de Rusia en la contienda es algo que en esta página hemos tratado ya hace bastante tiempo, por tanto si quieren saber más de este punto en la historia y de la Primera Guerra Mundial en general, vayan a la zona de "etiquetas" y pinchen el hilo correspondiente, ya que al igual que la guerra ruso-japonesa solo haremos un resumen en pos de continuar la narrativa de forma efectiva. 

Como saben, este fue un conflicto que tuvo su origen en los Balcanes, tras el asesinato del Archiduque Francisco Fernando, heredero al trono austrohúngaro, y los Balcanes eran una zona de influencia del Imperio Ruso debido al paneslavismo presente en la política exterior Rusa. De este modo, Nicolas movilizo a sus tropas a las fronteras con Austria-Hungría, creyendo que estos se anexionarían a Serbia, a quien los Austrias culpaban de apoyar a los asesinos del heredero y a su esposa. Se hizo un llamamiento general a los civiles para que se enrolaran y pelearan en nombre del zar, y para sorpresa de todos eso hicieron. Al comienzo la guerra fue muy popular y creo un fuerte orgullo nacionalista que unifico a muchos estratos de la sociedad en contra de los imperios centrales. Fue entonces que el mando supremo del ejército recaería en Nicolás Nikoláyevich, un gigante de 2 metros de altura, sobrino de Nicolas I y que contaba con la plena confianza del zar para llevar a las tropas a la victoria final de, lo que creían, sería una corta contienda que acabaría para antes de navidad. 

 Nicolás Nikoláyevich

El gran duque, en el centro, junto al zar Nicolás —segundo por la derecha— un año antes del estallido de la Primera Guerra Mundial

Como la historia probaría, este optimismo rápidamente sucumbió ante el avance alemán, y los fantasmas de la guerra con Japón comenzaron nuevamente a hacerse presentes, mostrando grietas en el poder central, ya que para 1915 debían superar a tres potencias europeas, el Imperio Alemán, el Imperio Austrohúngaro y el Imperio Otomano. El ejército ruso era enorme, pero la falta de coerción de los generales y el pobre equipamiento de los soldados socavaba cualquier progreso en el campo de batalla. Fue entonces que Nicolas decidió cometer el que sería uno de sus últimos errores, asumiendo la comandancia del ejército, luego de que testificara de que había sufrido una visión que lo alentó a marchar. A partir de entonces cada percance en la guerra recaería enteramente en él. 

Nicolás II y comandantes del frente en una reunión del Stavka.

La familia imperial desde el principio, incluso antes de esta fatídica decisión, había puesto buena parte de sus recursos personales en el esfuerzo bélico. La zarina por ejemplo (que por cierto era de origen alemán) reacomodo varios palacios para convertirlos en hospitales que atendieran a los heridos. Habían visitas a las guarniciones y apoyo a los afectados, pero la población no veía con buenos ojos la influencia de Rasputín en Alexandra. Ya que con el zar fuera luchando el gobierno quedaría bajo las órdenes de estas dos figuras, cambiando a los ministros constantemente para evitar las críticas, lo que solo desestabilizo aún más las cosas. 

Nicolas por otro lado recibió un fuerte golpe de realidad, al darse cuenta que la gente no vio su comandancia como un acto noble, si no como una estupidez que los dejo a merced de una alemana y un pervertido en plena guerra contra los germanos. Sus contribuciones a cambiar el curso de la contienda fueron escasas, viendo como los imperios centrales penetraban cada vez más en suelo ruso. Así la figura del zar se desplomo para los soldados. 

La princesa Vera Gedroits (derecha) y la emperatriz Alexandra Feodorovna en el vestidor del hospital Tsarskoye Selo. 1915

Con semejante escenario un grupo de aristócratas se reunieron para concretar un plan que creían le daría al estado una segunda oportunidad. El 19 de diciembre de 1916 seria hallado bajo el hielo del río Malaya Nevka, el cuerpo de Rasputín. Al infame místico lo habían envenenado y golpeado, sin que estos actos consiguieran matarlo, por lo que desesperados sus asesinos resolvieron dispararle en la cabeza y arrojarlo a las aguas. Su muerte enluto a los Romanov, pero calmo un poco a la población que pensaba que la llamada de atención sería suficiente para que los monarcas comenzaran a hacer algo frente al creciente descontento social. 

El cadaver congelado

Caricatura del monje junto a la familia real

Pero todo continuo igual. El frente oriental estaba colapsando, y Nicolas en vez de aprovechar su estadía en la capital para el funeral, rápidamente regreso a la guerra dejando a su esposa nuevamente al mando de un gobierno que ya no tenía respaldo. Una gran crisis económica azotaba a Europa y cientas de miles de personas morían de hambre en las calles debido a la falta de suministros. Los soldados luchaban en condiciones deleznables que los volvió presa fácil para el enemigo y el crudo invierno de 1917 solo agrabo la situación. 

El mismo día que el zar emprendió su viaje fuera de Petrogrado (nombre de San Petersburgo durante la gran guerra, al considerar al original demasiado "germano") hubo una huelga en la fábrica de armas Putilov, lo que ocasiono un efecto domino que agrupo en tiempo récord a gran parte de los trabajadores de las demás fábricas. Los radicales vieron en esto una reanudación de la revolución fallida de 1905. Aunque tal como paso entonces, estos movimientos no contaban con una ideología compartida o un cabecilla claro, ya que la policía secreta había exiliado años antes a buena parte de los jefes opositores, lo que abrió el debate sobre qué hacer para cambiar el destino de Rusia. De entre todos estos, fueron los bolcheviques (liderados por Lenin) quienes se alzaron con la última palabra. Su visión de un país en donde mandara la clase obrera gano popularidad entre un sector cada vez mayor de la gente, quienes veían con buenos ojos la destitución de los Romanov. 

Cola del pan a comienzos de 1917 en Petrogrado. El creciente desabastecimiento desencadenó las protestas que desembocaron en la revolución.

Soldados rusos heridos en el transcurso de la Primera Guerra Mundial y siendo transportados en un carro tirado por caballos.

Una de las fotografías tomadas por F. Nansen en Rusia durante un viaje a las regiones hambrientas 

A Nicolas todo este caos lo pillo desprevenido. La zarina aun afectada por el asesinato de Grigori no atendió el asunto con la urgencia que demandaba y por tanto no se dio cuenta de la cantidad de personas agolpadas en las calles; las cifras de los ministros (mismas que le llegan al zar) hablaban de incidentes aislados por culpa de pequeños grupos. Sin embargo, en el frente todos se percatan del fenómeno, lo que genero motines en muchos batallones que salieron de sus trincheras con dirección a la capital para unirse a las demandas. Por otro lado, los que aun permanecían leales a la casa real se desplegaron para reprimir la rebelión por la fuerza, generando un reguero de sangre. Era uno punto decisivo de la historia rusa. Por tanto, aunque los muertos se apilaban los manifestantes lograron abrirse paso hasta las puertas del palacio rodeando el edificio e intentando entrar. Para la noche se hizo obvio de que el gobierno perdió el control de la situación y Nicolas se apresura en regresar, ya que su familia se ha quedado puertas adentro confiando en que la multitud escuchara razones, aunque los disparos truenan a la distancia.

Consejo de obreros de la fábrica Putílov, que empleaba a más de 35 000 personas y que constituyó uno de los principales núcleos revolucionarios de Petrogrado, actual San Petersburgo


Manifestación a favor de la república en Petrogrado durante la Revolución de Febrero.

Ataque a la policía zarista durante los primeros días de la revolución de marzo de 1917.

Más de nuevo la realidad les golpearía en la cara, ya que el zar no pudo proseguir su viaje luego de que las líneas ferroviarias fueran asaltadas y la guardia del palacio deserto dejando desprotegida a la familia que quedo incomunicada. Así, el emperador desesperado mando telegrafiar al jefe de la Duma dispuesto a ofrecer cualquier cosa para apalear las demandas ciudadanas. Pero esta propuesta llego muy tarde, y ya nada parecía detener la tormenta que se alzaba sobre los Romanov. Los problemas eran demasiado profundos y las soluciones imposibles de concretar al corto plazo. La situación política es irreparable. Incluso los generales leales abogaron por la renuncia de Nicolas en favor de su hijo (que recordemos no sabían que tenía hemofilia) para salvar a la dinastía. 

El acepto, y con las opciones agotadas el decreto se concretó. Pero Alexei no fue aupado como heredero, gracias a su condición, y el siguiente en línea Miguel rechazaría el puesto, lo que de golpe acabo con la última autocracia de Europa, dejando a Rusia sin un zar. 

Abdicación del trono del emperador Nicolás II. 2 de marzo de 1917. Texto mecanografiado. En el ángulo inferior derecho, la firma de Nicolás II a lápiz.

Habiendo aceptado su destino al emperador se le permitió regresar a la capital a reunirse con su familia, con la cual fue retenido en el país, ya alejado de la opulencia de los palacios reales. También, como un último acto de comandancia con su ejército envió su mensaje final a las tropas que aun combatían en el frente, dando cuenta de la situación interna. 

LA ÚLTIMA ORDEN 
(Последний приказ)


“Por última vez me dirijo a ustedes, mis amadas tropas. Después de mi abdicación y la de mi hijo del trono de Rusia, el poder fue transferido al Gobierno Provisional, que surgió por iniciativa de la Duma Estatal. Que Dios los ayude a conducir a Rusia por el camino de la gloria y la prosperidad. Que Dios os ayude a ustedes, valientes tropas, a defender a Rusia del enemigo. En el curso de dos años y medio, ustedes han realizado un pesado servicio militar, se ha derramado mucha sangre, se ha hecho un gran esfuerzo, y se acerca el momento de que Rusia, unida con sus valientes aliados por un deseo común de victoria, quebrante el último esfuerzo del enemigo. Esta guerra sin precedentes debe llevarse a la victoria.

Quien piense en la paz, quien la desée, es un traidor a la PatriaSé que todo guerrero honesto piensa así. Cumplan con su deber, defiendan a nuestra gran y valiente nación, obedezcan al Gobierno Provisional, escuchen a sus superiores, recuerden que cualquier debilitamiento del orden sólo ayuda al enemigo.

Creo firmemente que el amor sin límites por nuestro país no se ha desvanecido en vuestros corazones. Que el señor los bendiga y que el Santo Mártir y el Victorioso Jorge los conduzcan a la victoria.


8 de marzo de 1917 (adaptación al español)


Nikolai Romanov con sus hijas Olga , Anastasia y Tatyana en Tobolsk en el invierno de 1917

Fotografía de Nikolai tomada después de su abdicación en 1917 en Tsarskoye Selo (San petersburgo)

Con este vacío de poder en el imperio comienza una nueva fase de conflicto que en Rusia suele ser llamada "doble poder". Ya que los grupos opositores tenían que elegir a una nueva institución que se perpetrara. Por un lado, estaba la Duma, y por el otro a los más extremistas Soviets que querían implementar el comunismo en la sociedad. Sin embargo, ninguno de los bandos contaba con la fuerza suficiente como para imponerse, por lo que decidieron hacer todo lo contrario e unirse en un gobierno provisorio que se encargara de los temas más inmediatos en tanto la solución definitiva siguiera en discusión. Recordemos que aún había cientos de miles de soldados luchando en la guerra y que los Imperios centrales penetraron en el territorio. 

Reunión de la primera composición del Gobierno Provisional


Cartel (1917) con retratos de miembros del gobierno provisional

De entre todos estos rostros, uno en particular seria la cara más visible de la institución. Se trataba de Alexander Fedorovich Kerensky, político que, como revolucionario apoyo el fin de la autocracia, pero que además estaba afiliado tanto a la Duma como a los Soviets, por lo que hasta cierto punto contaba con el respeto y apoyo de ambos, quienes le encargaron la misión de ocuparse de la familia real con la cual poco a poco fue empatizando, por lo que intento hacer su arresto domiciliario más cómodo, protegiéndolos a su vez de los elementos más radicales que amenazaban sus vidas. Esto último se expuso cuando a mediados de año el cuerpo de Rasputín fue exhumado y mutilado frente a la casa donde estaban confinados. Los viejos mandatarios dependían completamente de Kerensky para sobrevivir, pero para el verano su figura se volvió mucho más débil ya que no pudo convencer a las masas de seguir la guerra. Por el contrario, se le exigía un tratado de paz al gobierno provisional lo antes posible. 

Kerensky

Es por esta baja popularidad contra su persona que Alexander tomo la decisión de trasladar a los Romanov lejos de la capital, concretamente a Tobolsk en Siberia, en donde permanecerían junto con sus sirvientes más cercanos.

La mansión del gobernador en Tobolsk, donde la familia Romanov estuvo en cautiverio entre agosto de 1917 y abril de 1918.

Nicholas y Alexei aserrando madera en Tobolsk a fines de 1917; un pasatiempo favorito.

La familia estaba alojada en el segundo piso de la casa del exgobernador. Tenían prohibida la salida a la ciudad, con la excepción de visitar la iglesia y todas las cartas eran revisadas. Sin embargo, en general la vida de los exiliados fue muy tranquila; como escribió el propio zar, "nos sentimos bien aquí".

Desgraciadamente tres meses después ocurriría un golpe de estado contra el gobierno provisional, de la mano de los bolcheviques y el marxista Lenin, a quien los alemanes habían traído de Suiza con la esperanza de que desestabilizara las cosas en Rusia mientras ellos se adueñaban de más terreno. Este hombre, que antes de la guerra era un total desconocido, había intentado los últimos veinte años acabar violentamente con la monarquía y ahora con su acto golpista había tomado el control del centro industrial del país que todavía necesitaba acabar con el conflicto en el llamado frente oriental. Con las tropas imperiales desmoralizadas la inmersión germana y turca solo se agravo, perdiendo ciudades como Kiev y los estados bálticos, así como partes del Cáucaso. 

Para hacerse una idea, en menos de dos semanas se capturaron a 63.000 prisioneros, 2.600 piezas de artillería y 5.000 ametralladoras. Los jefes bolcheviques no tuvieron más opción que mandar a sus delegaciones a firmar lo que sea que se les ofreciese. Lo que dio como resultado el Tratado de Brest-Litovsk.

Las primeras dos páginas del Tratado de Brest-Litovsk, en (de izquierda a derecha) alemán, húngaro, búlgaro, turco otomano y ruso.

Fronteras impuestas por Alemania a Rusia en Brest-Litovsk

El edificio en Brest-Litovsk donde se llevaron a cabo las negociaciones.

Delegados de los Poderes Centrales en Brest-Litovsk. De izquierda a derecha: el general alemán Max Hoffmann , el ministro de Asuntos Exteriores austrohúngaro, el conde Ottokar Czernin , el representante del Imperio Otomano Mehmed Talaat Pasha y el representante del Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania, Richard von Kühlmann.

Esta humillación, sumado al progresivo deterioro del régimen de Lenin en una dictadura, orillo a que un gran alzamiento antibolchevique ganara apoyo en las vastas periferias campesinas, donde los rojos habían confiscado los recursos agrícolas para solucionar la hambruna que sacudia a la población. Esto enfrascaría a la nación en una cruenta guerra civil que aterrorizo a Moscú (la nueva capital). Mientras que para los antiguos zares esto significo el fin de su "tranquilidad" lejos. Con los terrenos siendo ocupados por el ejército blanco, se distribuyó la orden de mover a los Romanov a Ekaterinburgo, para evitar su liberación a manos de los sublevados. 

La Casa Ipatiev en Ekaterinburgo. Ultimo sitio de reclusión real

El comedor, la puerta visible en la imagen conduce a la habitación de las Grandes Duquesas en la Casa Ipatiev (1918)

Habitación ocupada por el zar mientras estuvo preso en la Casa Ipátiev. Después pasó a ser ocupada por el General Gaida, de la Legión Checoslovaca.

La vida fue miserable, y muchos dentro de los Soviets abogaban por ejecutarlos, pero para Lenin el tema estaba fuera de discusión. No quería que su nombre se viera manchado con la muerte de los viejos monarcas, en un momento tan crítico. Pero con la subsecuente incorporación de Francia y Gran Bretaña al bando zarista en la guerra civil, la derrota de los bolcheviques parecía inminente, por lo que el 17 de Julio de 1918 los guardias (que estaban ebrios) despertaron a los Romanov en medio de la noche, los llevaron al sótano y ahí les dispararon. Acabando de una vez por todas con la familia imperial, la cual ilusamente creyó hasta el final que sería deportada en secreto fuera del país. 

Comandante de la Casa de Ipatiev Ya. M. Yurovsky ( 1918 ).  Pasó a la historia como uno de los principales participantes y líder de la ejecución de Nicolás II y su familia.

Aspecto del sótano de la casa Ipátiev, donde fueron fusilados los Románov. El muro se encuentra destrozado por la búsqueda realizada por los investigadores de balas y otras pruebas tras el fusilamiento.

Asesinados en la casa de Ipatiev.
1 fila: Nicolás II con su familia
2 fila: médico personal E. S. Botkin , chef personal I. M. Kharitonov
3 fila: criada A. S. Demidova , ayudante de cámara coronel AE Trupp

De izquierda a derecha: María, Olga, Anastasia y Tatiana cautivas en Tsárskoye Seló durante la primavera de 1917. Se trata de una de las últimas fotografías conocidas de las hijas del zar Nicolás II.

Uno de los restos

Poco tiempo después Ekaterimburgo fue tomada por el ejército blanco, pero para entonces los cadáveres habían sido trasladados y desfigurados con ácido sulfúrico, para evitar la identificación. Dos guardias, en su embriaguez levantaron la falda de la zarina para acariciar sus partes privadas entre risas, bromeando con que ya podían morir en paz "habiendo tocado el coño real". 

Los soviéticos fueron implacables al momento de ocultar los detalles que rodearon la muerte de la familia. Nada más cesaron los disparos se dio la orden de avisarle al secretario de Lenin la escena. 

Informe a Sverdlov que toda la familia ha compartido el mismo destino que la cabeza. Oficialmente, la familia morirá en la evacuación.

Este secretismo ayudo a propagar muchas teorías que aseguraban que uno de los miembros pudo huir, lo que genero miles de denuncias de personas que afirmaban haber visto o de plano conocer, a alguna de las princesas. Convirtiendo a este mito en uno de los más grandes del siglo XX.

Lavr Georgievich Kornilov. Uno de los principales líderes del movimiento blanco en el sur de Rusia, el primer comandante del Ejército de Voluntarios . Muerto en batalla.

Ejército de Voluntarios, la principal fuerza militar del movimiento Blanco en el sur. Enero de 1918

Por una Rusia unida. Cartel de 1919. Propaganda contrarevolucionaria

Himno del Ejército Blanco

Aunque los primeros años fueron desastrosos para los bolcheviques, poco a poco la falta de organización de sus adversarios en el campo de batalla les fue abriendo el camino, ya que los rojos contaban con todo el centro de producción quedándose con buena parte de los suministros. Ni siquiera la ayuda de los demás imperios desequilibro la balanza, ya que con la guerra en Europa terminada la gente ya no quería formar parte de más masacres. 

En un acto desesperado, el mismo mes que moriría la familia real, la ciudad de Tsaritsin seria sitiada, siendo esta un importante centro industrial de Rusia. Los blancos buscaban con esta captura asestar un duro golpe contra Moscú, con la ayuda de los tanques proporcionados por Gran Bretaña. Sin embargo, en 1920 un joven miembro de los Soviets llamado Josef Stalin los expulso de una vez por todas de la metrópoli, que pasaría a llamarse Stalingrado en su honor. Siendo esta una de sus últimas derrotas, los sublevados tuvieron que dispersarse e huir del país a puertas de lo que se convertiría en la Unión Soviética. 

El barón Piotr Nikoláievich Wránguel, obtuvo importantes victorias, la principal de las cuales fue la conquista de Tsaritsyn.

Wrangel en el desfile de Tsaritsyn, 1919

Tren blindado "Rusia Unida" en dirección a Tsaritsyn, junio de 1919






VIDEOGRAFÍA

The Russian Revolution - OverSimplified (Part 1)



The Russian Revolution - OverSimplified (Part 2)



The Last Tsar of Russia - Nicholas II I WHO DID WHAT IN WW1?


Russia Before the 1917 Revolution I THE GREAT WAR Special




BIBLIOGRAFÍA

Nicolás II: Una guía fascinante sobre el último emperador de Rusia y cómo la dinastía Romanov se derrumbó como resultado de la revolución rusa


La Revolución Rusa: Una Guía Fascinante sobre las Revoluciones de Febrero y Octubre y el Surgimiento de la Unión Soviética Liderada por Vladimir Lenin y los Bolcheviques 





FILMOGRAFÍA:


The last czars (NETFLIX)



Anastasia (aunque es pura ficción)



Los Romanov: una familia imperial