No los podían detener los obstáculos naturales, podrían atravesar el sistema de trincheras del enemigo y abrirse camino para que la infantería siguiera su estela. Al menos esa era la teoría, ya que en realidad, los primeros tanques eran máquinas muy frágiles y la mayoría se descomponía por problemas técnicos incluso antes de entrar en combate. Al principio, eran máquinas incómodas y lentas, capaces de avanzar solamente al ritmo de una caminata y su manejo era un trabajo endemoniado. Había vapor de gasolina, monóxido de carbono, altos niveles de calor y ruido, muchos tripulantes no podían operar dentro de un tanque más de algunas horas, pero con el tiempo, los tanques se hicieron más y más sofisticados.
El iconico Mark IV británico o el Renault FT francés estaban cerca del concepto moderno de un tanque. Eran capaces de soportar mucho daño, podían actuar como escudos móviles para la infantería o disparar sus cañones en contra de fuertes del enemigo. En la batalla de Villers-Bretonneux, la primera batalla de tanques contra tanques de la historia, varios A7V pelearon un corto enfrentamiento contra tres MK IV, perdiendo ante la superioridad de fuego y movilidad británica.
Al final, los tanques no fueron el arma decisiva en la guerra, pero eran recursos muy valiosos cuando se combinaban con la infantería, la artillería y los aviones. Los planes de guerra en 1919 incluían el despliegue en masa de los tanques en el frente occidental, pero, afortunadamente, el mundo nunca llegó a ver esto.
LA TRIPULACIÓN DE LOS TANQUES
Un tanque en combate llevaba normalmente entre 5 y 12 tripulantes (el A7V hasta 20) que tenían roles distintos. Había un comandante y al menos un conductor, un observador, un artillero principal y artilleros. Hacía calor dentro del tanque, la temperatura podía alcanzar los 40° C y la tripulación era víctima de los gases tóxicos, el humo de la gasolina, el monóxido de carbono y la falta de aire fresco. El ruido de un simple cambio de velocidades era tan fuerte que causaba un dolor intenso. La tripulación de los tanques usaba máscaras de malla metálica, para protegerse de las piezas de sus propios tanques cuando las balas perforadoras de blindaje o los explosivos despedazaban las placas metálicas. Los primeros tanques eran comparativamente vulnerables una vez que estaban dañados, en ocasiones, no había escape para las tripulaciones atrapadas adentro.
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