lunes, 4 de noviembre de 2019

La Cultura del Progreso. Segunda Parte

El proceso de industrialización y sus consecuencias

Chodowiecki, D. (c. 1770). Maestro alfarero y su pupilo. En: Von Boehn, M. 62 dibujos inéditos al trabajo de johann bernhard. Frankfurt, Alemania, 1922.

(S. i.). (1868). La fábrica de Richard Hartmann. Chemnitz, Alemania: (s.i.).
Estas imágenes muestran un taller artesanal del siglo XVIII y una industria del siglo XIX.

La revolución industrial.

Durante el siglo XIX, la sensación de optimismo que generó el progreso de la ciencia y de la tecnología estuvo acompañada de la Revolución Industrial, un proceso originado en Inglaterra que se extendió al resto de Europa y Estados Unidos, e irradió su influencia a los demás continentes.

Características generales.

Muchos historiadores han calificado a este proceso como "revolucionario" por su rápida expansión territorial y por las profundas transformaciones económicas, técnicas y sociales que vivieron las sociedades industrializadas. Algunas de ellas son:

Nuevas formas de producción.

Las máquinas remplazaron a las antiguas herramientas y el trabajo en las fábricas sustituyó al realizado en el hogar y en el taller, lo que generó un incremento de la producción y la aparición de nuevos grupos sociales.

Surgimiento del trabajo asalariado.

Los trabajadores industriales soportaban extensas jornadas de trabajo, bajos salarios y la ausencia de legislación laboral.

Transformación del espacio.

La multiplicación de las industrias, el surgimiento de nuevos núcleos urbanos y el desarrollo de los medios de transporte transformaron la vida cotidiana de las personas. La expansión de la vida urbana fue una característica fundamental de las sociedades industriales.

Expansión del mercado.

La producción, antes centrada principalmente en el consumo familiar, fue sustituida por la producción en masa, orientada a un mercado más amplio (regional, nacional e internacional)


Planella y Rodriguez, J. (1889). La pequeña obrera. Barcelona, España: Museo de Historia de Cataluña.

Antecedentes de la revolución industrial

Hasta mediados del siglo XVIII predominó en Europa la agricultura de subsistencia y el trabajo artesanal. Sin embargo, una serie de factores favorecieron en este período el desarrollo de la industria moderna. A continuación, se destacan los principales.

La expansión agrícola.

Hubo importantes transformaciones en la agricultura europea que permitieron el incremento de la producción de alimentos a lo largo del siglo XIX. Entre ellas, destacan:

  • Mejora de las técnicas agrícolas. Se sustituyó el barbecho por la rotación continua de cultivos, con lo que se evitó el agotamiento de las tierras. Además, hacia 1750 se cambió el arado de madera por el de hierro y se perfeccionaron los sistemas de riego. Estas mejoras permitieron ampliar la superficie cultivada e introducir nuevos cultivos, como maíz, papa y remolacha. Por otra parte, algunas tierras de cultivo fueron destinadas a la producción de pastos para alimentar a los animales, por lo que aumentó el número de cabezas de ganado.
  • Cambio de las estructuras agrarias. Las revoluciones liberales acabaron con las propiedades señoriales y comunales explotadas de forma colectiva, y la tierra se convirtió en una propiedad privada.

Tull, J. (1762). Sembradora mecanica.

Estos dibujos fueron realizados por el agricultor Jethro Tull para construir la sembradora mecánica.



El crecimiento demografico.

Hasta el siglo XVIII, la población europea había crecido lentamente debido a las epidemias y las hambrunas. Sin embargo, la aplicación de distintas medidas de higiene, la mejor nutrición y el surgimiento de las primeras vacunas permitieron que el índice de mortalidad descendiera a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Además, gracias a que la natalidad aún se mantenía alta, la población aumentó a un ritmo acelerado. Este fenómeno, conocido como el inicio de la transición demográfica, tuvo múltiples consecuencias; una de ellas fue el incremento en la demanda de alimentos.

La nueva mentalidad.

Estos cambios se relacionaron también con el aumento gradual de la alfabetización y la difusión de las ideas del liberalismo económico. A partir de esto último, se consolidaba una nueva forma de pensar y de actuar, mas abierta a la inversión, la innovación y la búsqueda del beneficio económico.


Etapas y expansión.

La revolución industrial se desarrolló principalmente en Europa y luego se expandió fuera del continente. No obstante, esta expansión no fue uniforme, tuvo diferentes etapas y, en un mismo período convivieron zonas industrializadas con otras que aún no se modernizaban. Para algunos historiadores, la primera fase ocurrió a fines del siglo XVIII y la segunda a mediados del XIX.

La primera revolución.

En esta fase fue fundamental la introducción de la máquina a vapor, cuya principal fuente de energía fue el carbón. Los avances más importantes se lograron en los ámbitos textil, siderúrgico y de transportes.
  • Industria algodonera. La máquina a vapor se aplicó en primer lugar en la industria algodonera, logrando un gran desarrollo productivo. Gracias al uso de máquinas especializadas, los textiles británicos, baratos y de buena calidad, inundaron los mercados mundiales.
  • Industria del hierro. Otro sector pionero fue la industria del hierro, que alcanzó un gran desarrollo gracias a la introducción de un nuevo proceso de fundición que utilizaba carbón mineral, muy abundante en Inglaterra y que permitía realizar importante ahorros energéticos.
  • El desarrollo del barco a vapor y del ferrocarril. El vapor también permitió abaratar el transporte y revolucionar la carga de pasajeros y materiales, pues aumentó la capacidad y velocidad.
Watt, J. (1776). Máquina a vapor de James Watt. Glasgow, Escocia.

La máquina a vapor de James Watt, puesta en funcionamiento por primera vez en 1776, fue uno de los inventos más revolucionarios de la humanidad. Producía una corriente continua de vapor que movía una rueda a un ritmo constante.


La segunda revolución.

Sus principales fuentes de energía fueron la electricidad y el petróleo, y se destacó el desarrollo del acero y la industria química. El acero sustituyó al hierro en la construcción de líneas férreas, barcos acorazados e incluso bienes domésticos, mientras que la industria química fue fundamental para el desarrollo de la producción agrícola, metalúrgica y de armamentos, entre otros. El uso de la electricidad y el petróleo permitió el desarrollo de elementos como la luz artificial, el teléfono o el automóvil.

Otro cambio que experimentaron los sectores industrializados fue el surgimiento de una nueva forma de organizar el trabajo. La producción se dividió en etapas cortas y repetitivas, lo que se denominó producción en serie, y se impuso un salario proporcional al trabajo.


Consecuencias de la industrialización


Merkel, M. y Ottman, J. (1883). Los protectores de nuestras industrias. Nueva york, Estados Unidos: Publicado por Keppler & Shcwarzmann

La siguiente caricatura expresa una de las visiones sobre las consecuencias económicas del proceso de industrialización. Se representa a importantes empresarios norteamericanos, como Cyrus Field, Jay Gould, Cornelius Vabderbilt y Russel Sage, sentados en bolsas de "millones" y llevados por trabajadores de diversas áreas.


El impacto en la economia.

El proceso de industrialización provocó grandes transformaciones económicas, las que se sustentaron en las teorías del liberalismo económico y permitieron la expansión del capitalismo. Entre los principales cambios, se pueden señalar:

El desarrollo del sistema fabril.

La progresiva introducción de maquinaria en la industria generalizó el sistema de producción centrado en la fábrica, la cual concentraba todos los medios productivos en un mismo lugar. En ella, los trabajadores operaban maquinarias y eran parte de una cadena de producción en serie.

La acumulación y reinversión de capital.

El sistema fabril permitió que los empresarios -dueños de las fábricas y de su producción- obtuvieran mayores ganancias y pudieran acumular capital. El trabajo de los obreros, a cambio de un salario, comenzó a ser considerado por los empresarios como un factor productivo más. Los excedentes obtenidos de las ventas (restados los costos) quedaban para el dueño de la empresa, que podía acumular y reinvertir ese capital.

Surgimiento de entidades financieras.

El aumento de la actividad industrial dependía del dinero o capital que invertían la burguesía y los bancos privados. Así, algunas empresas aumentaron su tamaño y se hizo habitual la práctica de formar sociedades por acciones, donde participaban varios accionistas que recibían beneficios proporcionales al capital aportado inicialmente. Asimismo, cobraron importancia las bolsas de comercio, en las que se compraban y vendían acciones de las empresas, y los bancos modernos que posibilitaban el ahorro y el préstamo con interés.

El auge de la iniciativa privada.

La riqueza que generó la industria llevó a algunos pensadores a plantear que la base del enriquecimiento de los Estados era el libre emprendimiento individual, fundamento teórico del capitalismo. Esta doctrina planteaba la necesidad de disminuir la intervención del Estado.

A lo largo del siglo XIX, muchos países alcanzaron un importante crecimiento económico; no obstante, este bienestar fue muy desigual y las condiciones de vida variaban según el capital que se tenía para invertir o bien el tipo de trabajo que se ejecutaba.


Imagen relacionada
Annan, T. (1868). Cerca de la calle n.*80 en Glasgow. Los Angeles, Estados Unidos: El Museo de Arte del Condado de Los Angeles.

Este es un barrio de Glasgow (Escocia, Gran Bretaña) en 1868.

El impacto en la sociedad

El proceso de industrialización provocó cambios profundos en la organización de la sociedad, la que se fue haciendo progresivamente más compleja y dinámica, dando lugar a las llamadas sociedades industriales.

La sociedad industrial y los nuevos grupos sociales.

La importancia que adquirió el dinero sumada al fin de los privilegios legales de los estamentos provocaron que desapareciera paulatinamente el orden estamental, surgiendo así una sociedad de clases definida según la capacidad económica de las personas. En esta nueva estructura, destacaron:
  • La consolidación de la gran burguesía: Conformada por los dueños de las industrias, empresaríos, comerciantes banqueros y altos funcionarios. Paulatinamente esta clase se fue fusionando con la aristocracia tradicional.
  • El desarrollo de la mediana y pequeña burguesía: Integrada por pequeños comerciantes, medianos industriales, funcionarios públicos, docentes, profesionales universitarios, etc., quienes pasaron a conformar la clase media.
  • El surgimiento del proletariado urbano: La mayoría de la población que vivía en las ciudades pertenecía a este grupo y correspondia principalmente a los obreros y sus familias. Su nivel de vida, especialmente a comienzos del siglo XIX, era muy precario por las malas condiciones de trabajo y los bajos salarios. A mediados del siglo, esta situación dio lugar a la denominada cuestión social

El trabajo de niños y mujeres.

Si bien desde antes de la industrialización mujeres y niños trabajaban en las tareas del campo, en este período las mujeres adquirieron presencia en el servicio doméstico y la industria, obteniendo salarios más bajos que el de los hombres. En el caso de los niños, no era obligación la asistencia a la escuela, y su trabajo, al igual que el de las mujeres, era fundamental para sus familias.

Cabe destacar que la industrialización no afectó todas las regiones por igual e incluso en los países industrializados no toda la población se relacionó con la industria. Esta nueva sociedad de clases convivía con sociedades rurales tradicionales, en las que la aristocracia aún conservaba cierto poder y los campesinos seguían conformando la mayoría de la población en muchos países y regiones.

Hine, L. (1909). Niños que trabajan en un molino en Macon, Giorgia. Biblioteca del Congreso de Estados Unidos.

En esta fotografía puedes observar una de las formas de trabajo infantil que existieron en el siglo XIX y comienzos del XX.



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