Ninguna otra guerra ha implicado un cambio tan rápido como la 1° Guerra Mundial. Se ha dicho que, entre 1914 y 1918, el mundo pasó de 1870 a 1940, y en muchos sentidos es cierto. Los hombres fueron a la guerra cabalgando y regresaron en tanques. En agosto de 1914, la vieja escuela se vio las caras con la nueva cuando la infantería marchó en masa, con uniformes de colores brillantes, en contra de las ametralladoras. La nueva escuela ganó.
Dirigibles y aviones surcaron los cielos, submarinos y buques de guerra los mares, y las armas más grandes de todas, las armas de Paris, disparaban municiones que fueron los primeros objetos hechos por el hombre que alcanzaron la estratósfera. Las tropas de asalto, el bombardeo en línea, la guerra química, la guerra psicológica del bombardeo a civiles alejados del frente, estos fueron los distintivos de la Primera Guerra Mundial. Hasta las cosas que damos por garantizadas hoy en día, como los cierres, las comunicaciones de radio, las toallas sanitarias y las salchichas de soya se convirtieron en comodidades cotidianas gracias a la guerra. La medicina avanzó más en esos cuatro años que en cualquier época anterior o posterior.
Cuando los vencedores volvieron a trazar el mapa después de la guerra, emergieron muchos países que ahora conocemos. El mundo de la posguerra fue, en todos los sentidos, un mundo nuevo.
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