En Austria, el emperador Fernando I entonces salió hacia su balcón, para quedar viendo a la multitud embravecida, que llegaba a las puertas de su palacio. Habiendo sido un regente débil durante la mayor parte de su gobierno muchos altos cargos eran removidos de sus puestos en un plazo muy corto de tiempo, lo que no les daba la oportunidad de desenvolverse como se debía. Fue entonces que el primer ministro Félix de Schwarzenberg (el sexto de ese año) se acercó al emperador, con una idea que podría apaciguar los ánimos de la turba. Y es que este plan no era otro que la abdicación. Pues le recomendó a Fernando que cediera el trono a su sobrino Francisco José. Ahora bien, no voy a profundizar mucho, sobre qué medidas se tomaron para acabar de una vez por todas con esa revolución, por lo que será tarea de ustedes investigarlo más a fondo, ya que siempre es buen saberlo.
Sea como fuere, lo cierto es que el emperador acepto y el 2 de diciembre de 1848, su sobrino tomaría el trono y los títulos correspondientes como nuevo soberano imperial. Sobrino que para entonces tenía solo 18 años, y que, por tanto, traería renovados aires al mando, pues su experiencia inicial con la alteración popular y política lo convenció de que el apoyo del ejército seria vital para la existencia del imperio. Imperio que sería consolidado como un estado centralizado, luego de que se pusiera en marcha la constitución de 1849, la cual le daría aún mucho más poder al monarca en turno, luego de que los rusos ayudaran a apagar las rebeliones en Hungría.
Todo esto iba de la mano con la idea que tuvo Franz Joseph para la primera parte de su gobierno. Pues quería crear una monarquía mucho más fuerte, y de un carácter reaccionario, que contrastara con la débil figura de su abuelo. Esto, sin embargo, trajo el recelo de la oligarquía polaca y húngara, ya que para llevar a cabo el proyecto el emperador tuvo que enfocar todo el poder en Viena (capital austriaca), mientras que el imperio estaba conformado por muchas (demasiadas) comunidades étnicamente distintas, que tenían sus propios problemas y que requerían atención.
Era necesario un fuerte golpe para que el emperador terminara viendo la realidad. Golpe que le llego tras sus primeros diez años en el poder. Después de su derrota a manos de los franceses en la Batalla de Solferino de 1859, poco a poco caería en cuenta de que su neo-absolutismo, aunque fuerte en teoría, no aseguraba el apoyo político, militar y económico de las demás elites de un imperio multicultural. Fue entonces que empezaría a negociar con Hungría, su aliado más poderoso y a la vez el más descontento que tenía (recodemos que Hungría ya era parte del imperio austriaco), para poner en marcha una nueva constitución que le concedería al reino húngaro un estatus especial dentro del imperio, dándoles soberanía sobre sus asuntos estatales, sin desadherirse del Imperio austriaco, lo que terminaría creando en 1867 (año de implementación de la nueva constitución) la monarquía dual y por tanto al conocido Imperio Austrohúngaro. Ya que, como agradecimiento, el parlamento húngaro le ofreció a Francisco la corona de Hungría, misma que le habían negado años antes.
Idioma | Número | % |
---|---|---|
alemán | 12,006,521 | 23,36 |
húngaro | 10.056.315 | 19.57 |
checo | 6.442.133 | 12.54 |
Serbocroata | 5,621,797 | 10,94 |
polaco | 4.976.804 | 9,68 |
Ruteno | 3.997.831 | 7.78 |
rumano | 3,224,147 | 6.27 |
eslovaco | 1,967,970 | 3,83 |
esloveno | 1.255.620 | 2,44 |
italiano | 768,422 | 1,50 |
Otro | 1.072.663 | 2,09 |
Total | 51,390,223 | 100,00 |
Es a partir este proceso que el emperador empezaría a prestarle más atención a sus compatriotas en el este, bajo el lema "viribus unitis" (con fuerzas unidas), y quizás no hay mejor prueba de todo esto que lo ocurrido en el llamado Kaiserreise en 1880 en Polonia y Galicia. Ya que al permitirse la fluida de poder político a las provincias y "liberar" la cultura polaca, logro convertir a estas etnias insatisfechas con el dominio Habsburgo, en fervientes patriotas, quienes veían en Francisco José un modelo de estabilidad imperial. Por otra parte, también le dio a la población judía (muy perseguida por entonces en Europa) plenos derechos ciudadanos, reconociéndolos públicamente.
Aunque también no está demás señalar, que cuando los rumanos en Transilvania le solicitaron más poder, este hizo oídos sordos a las reclamaciones. Pero, pese a esto último en general era muy querido por su pueblo.
Cabelloroso, y al mismo tiempo impresionante como personaje cortes, el adorado monarca a despertado en los corazones de todos sus subditos una verdadera inspiración patriótica, de la que surge el verdadero amor al trono y la monarquía, prometiendo traer en cada momento la fruta más dulce de lealtad, sumisa e inquebrantable.
CIUDADES AUSTROHÚNGARAS.
Vienna. 1900 (Austria, capital imperial). Budapest 1900 (Hungria, segunda ciudad imperial).
En cuanto a la vida personal del emperador, en 1852 se le vio viajando hacia Berlín, en parte para encontrar una mujer y en parte para crear lazos más fuertes con los estados alemanes del norte (recordemos que Alemania como la conocemos actualmente aun no existía para entonces). Lastimosamente ambos planes fueron un fracaso debido a la influencia de Prusia. Fue por esto que se acabaría casando con Isabel "Sisi" de Baviera (1837-1898), una princesa Bávara que terminaría convertida en emperatriz a principios de 1854. Y aunque el matrimonio no fue infeliz, si fue bastante distante. Isabel odiaba la rígida naturaleza de la corte austríaca, mientras que Francisco José era devoto a sus deberes. Creía que su poder como regente era una labor encomendada por dios, y por tanto se despertaba todos los días a las cuatro de la mañana para atender los asuntos estatales. Y aunque estuvo inmiscuido en cada asunto que golpeo su puerta, lo cierto es que nunca llegaría a ser un déspota, lo que lo alejo de las figuras de los zares rusos, que gobernaban con puño de hierro, y por otro lado nunca se vio a sí mismo como un regente germano debido a la multiculturalidad de sus súbditos, por lo que su contraste con el káiser Guillermo también se hizo presente.
Aunque en el lado personal, las cosas parecían ir un poco mejor, lo cierto es que los verdaderos enemigos de Austria no eran los demás emperadores europeos. Por el contrario, a quien Franz Joseph consideraba como una real amenaza para su reino era a un mítico político alemán, Otto von Bismarck (1815-1898). Personaje que en el futuro se convertiría en canciller del Imperio Alemán pero que por entonces se desempeñaba como Primer ministro y Ministro de relaciones exteriores del reino de Prusia. Y es que Bismarck tenía la visión de que en un futuro Imperio Alemán la multiculturalidad Austrohúngara no tendría cabida, y que por el contrario sería el dominio Prusiano el que prevalecería, y para establecerse el campo de batalla no era una opción descabellada.
Aun así, el regente creía tener motivos para tranquilizarse un poco, pues incluso después de la derrota que sufriría su ejército ante los franceses en 1859 Francisco sentía que su ejército sería capaz de defenderse en caso de una ofensiva Prusiana en sus fronteras. Pero lo cierto era que dicho consuelo, era una simple ilusión, ya que la falta de modernización de sus tropas, tanto en cuanto a armas, como en tácticas militares, quedaría en evidencia en el campo de batalla durante la guerra Austro-Prusiana de 1866 luego de la derrota en la batalla de Sadowa, ya que dichas debilidades no fueron ignoradas por alguien como Bismarck. Por lo que la derrota marcaría el fin de la guerra de siete semanas entre Austria y Prusia, costándole a los Habsburgo la perdida de Venecia. Pero por si todo esto no fuera suficiente, la derrota en esta guerra les supondría a los austriacos la perdida de voz en la denominada como "Deutsche band", una confederación de estados germanos creada en 1815. Esto alejo a Francisco José de la política de los estados germano parlantes, y orillo a muchos de sus generales a exigirle venganza, tal vez llevando a cabo una alianza con Francia (enemigo jurado de Prusia y luego del Imperio Alemán).
Aunque la idea de esta alianza era alimentada por la reciente perdida, lo cierto es que las circunstancias parecieron recomendárselo, pues al poco tiempo tanto Francia como Prusia se golpearían de frente en una nueva guerra en el año de 1870, lo que acabaría con una humillante derrota para los franceses, quienes al igual que los austriacos verían parte de su territorio perdido gracias a los avances alemanes.
Sea como fuere, lo cierto es que esta alineación nunca vería la luz, pues el emperador quería evitar una nueva guerra "fraterna" con otro estado germano, y por otro lado odiaba a Napoleón III (regente de Francia) pues la revolución de 1848 que lo puso en el poder había despertado el caos en el resto de los imperios (recordemos que el mismo Franz Joseph llego al trono en medio de un alzamiento alimentado por lo ocurrido en Francia). Decidan ustedes si fue una oportunidad perdida o no.… en fin... con esto por lo menos puedes constatar como una sola persona establecía el curso de un gran imperio durante esos años.
Y es que este factor se vuelve aún más curioso (y quizá trágico) si tomamos en cuenta que Austria Hungría no contaba con muchos amigos por entonces, lo que lo llevaría a un estatus de declive a principios del siglo XX. Por un lado, tanto Francia y Gran Bretaña parecían ser aliados potenciales, dado que Francisco no tenía aspiraciones colonialistas, aunque veía con preocupación a los Balcanes, dado que muchos estados se estaban independizando por entonces del Imperio Otomano, y no quería que estas ideas llegaran a su pueblo. En 1878, los austriacos anexionaron a Bosnia y Herzegovina y dicha ocupación no era bien vista por estos recién llegados súbditos, quienes contaban con el respaldo del Imperio Ruso. Fue gracias a esta aislación política que Austria Hungría se iría convirtiendo en cada vez más dependiente del recién formado Imperio Alemán a finales del siglo XIX. Todo esto, llevaría al emperador a caer en el fatalismo, lo que no haría más que agravarse tras lo acontecido después en su vida familiar.
Para 1914, una nueva crisis política se desataría en su imperio, luego de que el heredero Francisco Fernando fuera asesinado en Sarajevo, lo que terminaría llevando a Austria Hungría a la primera guerra mundial, claro que, para entonces, ninguno de los involucrados sospechaba la escala que el conflicto tomaría. Los austriacos simplemente buscaban responder a la muerte del siguiente en línea para el trono, por lo que enviaron un ultimátum a Serbia, aprovechando el poco apoyo que tuvo el asesinato a manos de un grupo nacionalista.
Para entonces, el viejo hombre ya no tenía a nadie en quien confiar fuera de su alto mando militar, pues la familia Habsburgo había perdido muchos miembros. Particularmente, quien más influencia parecía tener en el emperador era su Jefe del Estado Mayor Conrad von Hötzendorf (1852-1925), quien en reiteradas ocasiones le aconsejo llevar a cabo una guerra en los Balcanes (por reiteradas veces, me refiero a docenas de veces). Aun así, Francisco no metió a su nación en guerra hasta que estuvo seguro de que las demás naciones europeas no intervendrían (algo en lo que estaba muy equivocado). No percibía el conflicto como un acto de odio, sino como una reclamación de lo que ha Austria le correspondía por derecho.
Durante el conflicto, dejo todas las decisiones importantes a su alto mando, preocupándose más que nada en atender a las viudas, respaldando fondos de guerra, apoyando a los huérfanos, hambrientos y los sin hogar. Mientras vivió, fue un símbolo de unidad nacional, y para los soldados significaba una figura paternal a la cual le debían sus derechos, traduciendo la lealtad al imperio con lealtad a Franz Joseph. No había diferencia. Entenderás entonces lo desastroso que resulto para el esfuerzo bélico su muerte en medio de la Gran Guerra, en 1916 de una neumonía. A la edad de 86 años, el gran emperador fallecería en su cama mientras dormía, sin llegar a ver la caída del Imperio que protegió durante toda su vida.
No es una mentira el decir, que, en esencia, era un hombre del siglo XIX y que por tanto sus políticas no tenían cabida en un mundo moderno, como el del siglo XX. Como ejemplo, veía su poder como derecho divino, odiando las innovaciones políticas y las ideas liberales más modernas. Pero cierto era que amaba a su pueblo, y durante su vida no quiso otra cosa que preservar su imperio luego de los acontecimientos ocurridos durante su juventud.
Para 1917, las batallas se suceden una tras otra al rededor del mundo, como parte de la Primera Guerra Mundial, y aun así ningún bando obtiene la victoria. Como era de esperarse millones de hombres son afectados por la pelea en los distintos frentes del conflicto, pero a diferencia de guerras pasadas esta es una guerra total en donde las desgracias persiguen a los soldados hasta sus propias casas. Para entonces, una revolución había echo abdicar al zar ruso, y los imperios sufrían el desgaste constante de los bombardeos.
Austria Hungría por tanto no se vería exenta de estos problemas. Italia, su antiguo aliado, se había unido a la partida en la posición contraria, con la esperanza de arrebatar los últimos territorios italianos bajo la soberanía de los Habsburgo. El nuevo Emperador Austriaco Carlos I, lleva solo unos meses en el cargo luego de la sorpresiva muerte de Francisco José, pero ya hay dos características que lo hacen resaltar: como mínimo, estaba interesado en la paz, y no creía que Austria tuviera que actuar siempre bajo la influencia alemana. Su mujer era Zita de Borbón-Parma (1892-1989). Hermana de Sixtus, príncipe de Borbón-Parma (1886-1934).
- Alsacia y Lorena seria devuelta a Francia
- Bélgica y Serbia volverian a restaurarse como naciones independientes.
- Constantinopla quedaria en manos rusas
Ha diferencia de los teatros, o las casas de opera de la ciudad, visitar el parlamento era gratuito.
La lucha entre el establecimiento político y las minorías creó múltiples crisis, sobre todo en 1897 y 1905. No vamos a ahondar mucho en ellas, pero solo para ejemplificar lo serio que era el problema en 1905, nos queda el precedente de que el ministro de guerra austriaco tenía planes para sofocar a los alborotadores húngaros bombardeando la ciudad de Budapest con la flotilla del río Danubio. Sin embargo, el conflicto que en verdad repercutiría durante la Primera Guerra, y por ende durante el gobierno de Carlos I, fue el acontecido con los checos en 1913, pues trajo consecuencias duraderas para la estabilidad imperial. ¿Pero qué fue lo que paso?
Verán, en el parlamento austriaco los germanos estaban bloqueando el funcionamiento del parlamento bohemio local, siendo Bohemia las tierras de la corona checa. Esto llevaría a que el ministro-presidente de Austria Karl von Stürgkh (1859-1916) disolviera esta entidad, para la indignación de los checos residentes, muchos de los cuales también tenían lugares en el parlamento Austriaco como dijimos arriba, por lo que ahora eran ellos quienes bloquearían el andamiaje de la entidad germana, iniciando un problema que solo se aplazaría durante el desarrollo de la Gran Guerra, pues Karl von Stürgkh dejaría esperando a los parlamentarios, quienes vieron como la nación pasaba a ser gobernada por decreto de emergencia.
Entre las consecuencias que trajo todo esto, esta que durante la crisis de julio de 1914 (luego del asesinato del Archiduque Francisco Fernando) el parlamento no pudo actuar como un ente controlador o estabilizador. Por otro lado, pese a que los conflictos internos eran comunes, hasta entonces ninguno había cuestionado la existencia de la propia monarquía, misma que parecía mantenerse solo gracias a la figura de Francisco José, a quien las distintas etnias le debían buena parte de sus derechos, por lo que una vez que falleció las interrogantes no hicieron más que acrecentarse, para desgracia de Carlos I. Uno de los factores que ayudaron al florecimiento de estas dudas, fue el asesinato del mismo Karl von Stürgkh en 1916. Aunque el acto había sido perpetrado por el hijo de un socialista, lo cierto es que los altos mandos austriacos estuvieron de acuerdo con su muerte, pues lo consideraban como una amenaza a sus planes de llevar a cabo una dictadura militar que recuperara el "orden" de la posguerra. Por otro lado, para el resto de las minorías austrohúngaras su muerte fue un mensaje de que sus problemas ya no podrían ser solucionados, ya que, si fueron capaces de asesinar a alguien leal al emperador, fácilmente podrían coaccionar al siguiente en el cargo del difunto.
Para los años finales del conflicto, los austriacos ya no se preocupaban por las demás minorías, y solo buscaban ser fieles a su aliado (el imperio alemán) para ganar la guerra, pues creían que la victoria final justificaría todas las complicaciones que estaban atravesando, y que incluso llevaría al imperio a su gloria pasada. Debido a esto, grupos como los checos y los polacos se alienaron cada vez más, lo que convertía cada día en una lucha constante por la unidad de Austria Hungría, cuyos decretos de emergencia no parecían apaciguar las cosas, por lo que para los nacionalistas cada muerte en el conflicto significaba una vida perdida a una causa perdida, y a una monarquía que ya no era capaz de llevar adelante a tantas naciones puestas juntas.
Finalmente, nos han llegado informes de ciertas atrocidades cometidas entre las minorías étnicas, por parte de las tropas austrohúngaras en las regiones fronterizas; ciertos oficiales rigieron con la idea de "pacificar la retaguardia" lo que llevo a que pueblos enteros fueran incendiados, si alguno de sus habitantes resultaba demasiado sospechoso. Los rutenos y los serbios sufrieron particularmente debido a esto, creando noticias que evidentemente llegaron a las principales ciudades del imperio y lo fragmentaron aún más.
Si nos vamos a los temas económicos, nos daremos cuenta de que antes de la guerra la economía austrohúngara estaba rezagada con respecto a las demás potencias europeas, pero con sus altos y bajos lograba mantenerse estable y por ende fuera de riesgo de colapsar, comopor el contrario muchas veces se representa. Pero hubo problemas por supuesto. Por una parte, la zona austriaca del imperio albergaba una fuerte industria pesada, pero a partir de 1906 la industria del hierro se quedaría estancada, y con la consiguiente guerra en los Balcanes (1911-1913) también se verían afectadas las industrias textiles y papeleras. Con este panorama la industria de armamento pesado fue un importante salvavidas, siendo una de las compañías más importantes la llamada Steyr-Mannlicher, la cual en los años anteriores a la Gran Guerra fue capaz de vender armas (rifles, sobre todo) a Serbia, Rumanía y Grecia.
Algo que no se previó adecuadamente durante el desarrollo de la Primera Guerra Mundial fue la falta de locomotoras, para la entrega de recursos. Ya que buena parte de las tierras cultivables se encontraban en zonas como Galicia, por lo que los alimentos debían ser enviados por las vías del tren, mientras la maquinaria debia ser utilizada para el esfuerzo bélico, lo que no dio a vasto para el reparto de recursos hacia la población. La falta de distribución trajo como consecuencia que para 1914 enormes almacenes de grano y carbón quedaran a la espera de envió. Esta complicación se agravo luego de que los mismos campesinos fueran llevados a combatir, dejando sin mano de obra a los campos, lo que hizo colapsar la producción agrícola, logrando que la falta de comida creara protestas en las grandes ciudades, pues ya al cabo de 4 años no aguantaban más. Se intentó traer recursos desde el exterior, pero la exportación se hizo imposible gracias al bloque de los aliados en el mar mediterráneo.
Según las cifras, en 1915 un trabajador en Viena consumía en promedio la mitad de las calorías diarias que consumía en 1913; en 1918 era la mitad de 1915. Es así que la economía austrohúngara se contrajo en un 40% en 1918, y para 1919 se considera que el 10% de las muertes de civiles tuvieron que ver directamente al hambre, y entre un 20 y 30% como resultado de la desnutrición. Las manifestaciones se volvieron comunes durante la guerra, pues ya para 1916 cerca 500.000 personas hacían fila diariamente en la capital imperial para recibir suministros (y eso solo en una ciudad).
Pero ¿y dónde estaba el emperador austrohúngaro? Bueno, como dijimos al inicio de este capítulo, viendo los problemas que la guerra le acarreaba a su nación intento firmar la paz por separado, sin éxito. Fue así que Carlos I declaró, con motivo del cumpleaños de su heredero (2 de julio de 1917), una amnistía de los prisioneros políticos, gesto con el que trató, con escasos resultados, de mostrar su disposición a un nuevo orden político en el imperio. De igual manera, a lo largo del año 1917 y la primera mitad de 1918, se promulgaron diversas normas destinadas a mitigar el descontento social de la clase obrera, suavizando las severas leyes marciales aprobadas al inicio del conflicto. No obstante, la contienda proseguía y por tanto las medidas tomadas por el emperador apenas eran paliativos de una grave situación interna.
Por otro lado, Alemania, a través del programa Hindenburg, exigió que Austria Hungría duplicara la producción de sus instalaciones militares, lo que empeoró la situación para la población civil. Ya desesperados, los austriacos intentaron obtener víveres de Hungría, que poseía más tierra cultivable, lo que orillo a los húngaros a poner más guardia en la frontera entre ambas partes. Cuando el ministro de relaciones exteriores Ottokar Czernin suplico por la entrega de los alimentos al otro reino, el ministro húngaro de agricultura respondió: "Si Austria se muere de hambre, no deberían pelear una guerra". Como dato anecdótico, fueron precisamente los húngaros los que más se opusieron a la guerra, incluso antes de que iniciara.
La población se muere de hambre y se congela, no se puede contar con los guardias civiles, la constante avidez por la comida tiene un efecto desmoralizador en todo el pueblo, el robo es un echo común. Mendigos, lisiados, familias sin hogar, familias abandonadas, chusmas en las calles: una ciudad moribunda y herida de muerte, esto es lo que se ha convertido la que una vez fue la tan magnifica Viena.
Mi pueblo ya no es capaz ni esta dispuesto a continuar la guerra. He tomado la inalterable decisión de pedir la paz por separado, así como un armisticio inmediato
Fue de esta forma que el último emperador de la casa de Habsburgo terminaria su gobierno, marcando el fin de Austría-hungría y una época de siglos en las que la familia real gobernaria Europa.
El 19 de noviembre de 1921 los habsburgo llegarian a su último lugar de exilio, la isla portuguesa de Madeira (sí, donde nacio Cristiano Ronaldo). La pareja y sus hijos, que se unieron a ellos el 2 de febrero de 1922, vivieron primero en Funchal en Villa Vittoria, al lado del Hotel Reid , y luego se mudaron a Quinta do Monte. En comparación con la gloria imperial en Viena e incluso en Eckartsau, las condiciones allí ciertamente eran empobrecidas.
Charles no se fue de Madeira. El 9 de marzo de 1922 se resfrió en la ciudad, ocasionandole una bronquitis que posteriormente progresó a una neumonía grave. Habiendo sufrido dos infartos, murió de insuficiencia respiratoria el 1 de abril, en presencia de su esposa (que estaba embarazada de su octavo hijo) y el ex príncipe heredero Otto de nueve años , permaneciendo consciente casi hasta sus últimos momentos. Sus últimas palabras a su esposa fueron "Te quiero mucho". Tenía 34 años.
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