La undécima batalla del río Isonzo, durante el verano de 1917, había dejado el frente austrohúngaro muy debilitado, hasta el extremo de no poder resistir una ofensiva italiana más. El alto mando alemán, con un plan inicial para devolver estabilidad al frente y permitir a sus aliados reorganizarse, asignó al general Otto von Below siete divisiones con tropas de choque de élite y destacamentos de tropas alpinas para atacar un saliente de 25 km en Tolmino, cerca de la aldea de Caporetto, situada en el valle del río Isonzo. Envuelto en la niebla matutina del 24 de octubre, se produjo un corto pero feroz bombardeo con explosivos de alto poder, gas de cloro y gas fosfesno sobre los puestos italianos en el valle. Las anticuadas máscaras de gas de los soldados italianos de poco sirvieron contra el ataque, que causó pánico y confusión al instante. Las unidades de élite alemanas aprovecharon este caos para penetrar por las líneas italianas. Pequeños grupos armados hasta los dientes con granadas de mano, lanzallamas y ametralladoras ligeras lograron la ventaja en los puntos fuertes italianos en las calles y les tomaron la retaguardia rápidamente. Ahora que el poder italiano se quebraba, el quinto ejército austrohúngaro, bajo las órdenes del geneal Borojevic von Bojna, avanzó con una maniobra de pinza desde el sur que forzó la retirada italiana. En unos pocos días se capturaron más de 300.000 prisioneros y la mayor parte de la artillería italiana, y las fuerzas austrohúngaras avanzaron decenas de kilómetros. Los restos del ejército italiano establecieron finalmente nuevos puestos defensivos en el río Piave.
Repliegue italiano tras el Tagliamento tras los combates en torno a Caporetto.
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