Alemania, y en especial el káiser Guillermo II, soñaban con un imperio colonial más grande y una mayor hegemonía alemana en el concierto europeo. Una gran preocupación de Alemania era la expansión del sistema ferroviario de Rusia. En 1914, el canciller alemán, von Bethmann-Hollweg, declaró que en tres años Rusia sería capaz de movilizar tropas tan rápido que la ventaja tecnológica de Alemania no sería capaz de vencer la ventaja rusa en recursos humanos. Para ganar la guerra había que actuar rápido. Alemania temía un doble frente, por lo que su plan de batalla era derrotar a Francia y después concentrar todo el poder militar alemán en el Imperio ruso.
Durante sus dos años como Jefe de Personal del ejército alemán, Erich von Falkenhayn estuvo convencido de que la guerra debía ganarse en el oeste, y eso incluía a Francia. Los franceses, sin embargo, no iban a permitirlo. Durante la primera mitad de la guerra proporcionaron el grueso de la fuerza humana en el frente occidental y durante el resto de la guerra, como líderes de las Potencias de la Entente, mantuvieron a raya a los alemanes. Los franceses también pelearon en la mayoría de los otros frentes de la guerra, en los Balcanes, Galípoli, África y el Pacífico.
Fueron los franceses los que produjeron en grandes cantidades los nuevos tanques, escritores militares franceses fueron los primeros en describir las tácticas de asalto modernas y fueron los cañones 75 franceses, contra el cual los alemanes no tenían nada similar, a los que los historiadores militares llamaron "la salvación de Francia".
Peleando en su territorio y con grandes áreas de su industria y recursos en manos de los enemigos, los franceses convirtieron la guerra en una guerra de desgaste y las Potencias Centrales no pudieron ganarles.
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