La Revuelta Árabe creía que la mayoría de los territorios árabes se mantenían unidos únicamente por la fuerza militar del Imperio otomano y su burocracia, que existía para reprimir y sofocar la autonomía regional. Para muchas personas fuera de las ciudades principales de Damasco y Alepo, por ejemplo, el término "sirio" era incomprensible. La mayoría de las ciudades y villas pequeñas se definían por sus familias, sus creencias y su cultura común, y no por una identidad nacional o fronteras artificiales.
Hussein soñaba con un imperio panárabe unificado, incluyendo a Palestina, toda la península arábiga, Mesopotamia y Siria. En su mente, un califato árabe poderoso sería tan poderoso como para resistir la presión económica de las empresas europeas y turcas y mantener los beneficios de los ricos campos petroleros para la gente árabe.
A cambio de ayuda militar les garantizaria preferencia especial a los británicos en futuros tratos comerciales. Los británicos ácordaron que apoyarían a los árabes, ya que así podían acosar al ejército otomano en su propio territorio, alejando su atención de las defensas británicas en el Canal de Suez y sus avances sobre Bagdad. Los británicos le darían a la rebelión el poder de una batería de campo egipcia, ametralladoras, más de 100.000 libras de oro y 5000 rifles. Además, enviarían a su propio agente. T.E. Lawrence, para acompañar y dar asesoría estratégica a la rebelión.
Pero el mando británico no apoyaba la idea de un estado árabe unido que pudiera rivalizar con sus propios intereses económico en la región. Hicieron tratos secretos con los franceses y los rusos para que, una vez derrotados, los dominios de los otomanos se dividirían entre las potencias victoriosas en nuevas esferas de influencia. Uno de esos pactos fue el acuerdo secreto Sykes-Puicot, de mayo de 1916, que determinó el futuro de esas regiones hasta hoy en día.
EL BEDUINO
Los beduinos de la época estaban acostumbrados a vivir en el entorno hostil de los desiertos del Medio Oriente. Eran valientes, temibles luchadores y detestaban vivir bajo el yugo del Imperio otomano. El 8 de junio de 1916, Sharif Hussein bin Ali y sus hijos comenzaron una revuelta que buscaba unificar la nación árabe.
Con la ayuda de T.E. Lawrence (Lawrence de Arabia), rifles y artillería británicos y mucho oro británico, la Revuelta Árabe reclutó a miles de beduinos para luchar contra el ejército otomano.
No tenían ningún entrenamiento militar ni sabían de tácticas de pelea contra el moderno ejército otomano. En su lugar, libraron una sangrienta guerra de guerrillas. Sabotearon la importante vía de tren Hejaz y atacaron los puestos menos protegidos por el imperio. La guerra que pelearon se basó en el movimiento y la sorpresa.
LAS GUERRILLAS
La Revuelta Árabe había capturado la Meca y muchos puertos del Mar Rojo, pero a finales de 1916, las pequeñas fuerzas de la rebelión estaban en plena retirada. El avance del ejército túrquico superó a los beduinos y sus aliados mercenarios en todos los sentidos, T.E. Lawrence sabía que, aunque los beduinos eran guerreros feroces y valientes, en realidad no tenían oportunidad de ganar una batalla directa en contra del moderno ejército túrquico, que estaba equipado con ametralladoras y artillería.
Los beduinos no tenían entrenamiento militar, no sabían nada de trincheras y fortificaciones, y no tenían experiencia con la tecnología moderna. La simple vista de los aviones los desorganizaba y muchos se rehusaban a entrar en la seguridad de los refugios. Su fuerza radicaba en los ataques sorpresa, por lo que Lawrence aconsejó a los líderes que hicieran una guerra de guerrillas. Atacarían los puestos de avanzada otomanos, las guarniciones poco defendidas y a la línea de suministro más valiosa, la vía férrea de Hejaz, en ataques con técnicas de golpear y correr. Alrededor de las vías emboscaron patrullas otomanas, saquearon los pueblos pequeños leales al imperio y quemaron estaciones de suministros.
Lawrence consideró que los beduinos estaban demasiado concentrados en el botín como para seguir estrategias complejas a largo plazo y tenían demasiada mente abierta como para someterse a entrenamiento sobre armas extranjeras o para seguir órdenes. Eran irregulares que peleaban sin una formación, como individuos más que como equipos, pero una vez desatados no se detendrían hasta haber superado a los defensores o haber saqueado todos los objetos de valor. Alteraban más que destruían, picaban más que golpeaban. Era una guerra sin oficiales, sin trincheras y sin alcohol. En vez de eso, había largos viajes a través del desierto montados en camellos, la dureza de los vientos del ardiente desierto y las emboscadas constantes.
LAS VÍAS DE HEJAZ
Inicialmente construido para transportar peregrinos de Damasco (Siria) a Medina (Arabia Saudita) el pequeño sistema ferroviario de poco más de un metro de ancho tomó vital importancia militar para la armada imperial otomana. Transportaba rápidamente tropas, artillería y suministros a las zonas de batalla en el Medio Oriente y Palestina. Su propósito militar lo convirtió en un blanco durante la guerra de guerrillas contra los beduinos, que saboteaban las vías con minas explosivas.
Rápidamente se comisionó a tropas otomanas que protegiesen los trenes a toda costa y hasta los cuerpos germano-asiáticos intentaron asegurar el sistema ferroviario mandando aviones de combate.
AVIONES Y LA GUERRA DEL DESIERTO
Hasta 1917, los alemanes y los otomanos habían disfrutado de un período de superioridad aérea en Palestina. Debido a que los escasos y viejos EEF podían apenas enfrentarlos, el Cuerpo de Levant pudo ofrecer protección contra los intentos de observación británicos. Pero en una nueva ofensiva contra el enemigo, el general británico Allenby ordenó la creación de una nueva fuerza aérea en el Canal de Suez y de las divisiones número 5 y 40 del Real Cuerpo Aéreo, conocidas como la brigada palestina.
Una se encargaba de apoyar a las tropas en el campo y la otra peleaba contra alemanes y otomanos en el aire. El objetivo del bombardeo más valioso era el sistema ferroviario de Hejaz, que transportaba tropas, suministros y armas otomanas desde Siria hasta las bases en Arabia Saudita y Palestina. Su mayor debilidad era depender de sus vías, lo que lo hacía vulnerable al sabotaje y a los ataques enemigos, especialmente desde el cielo.
AUTOS BLINDADOS EN EL DESIERTO
El admirador más grande de las recién establecidas "baterías motorizadas de blindaje ligero" fue T.E. Lawrence durante la Revuelta Árabe. Usaba la alta movilidad y velocidad de sus nueve Roll-Royces blindados para ejecutar ataques relámpago en guarniciones y puestos de avanzada otomanos.
Aunque su blindaje era más ligero que el de un tanque, su habilidad para avanzar rápidamente por el desierto bajo fuego enemigo los hacía vehículos de asalto muy efectivos. Atacaban con una ametralladora refrigerada con agua del calibre 303 montada en una torreta giratoria y su tarea principal era contener a los defensores mientras la infantería y caballería avanzaba tras ellos.
LAWRENCE DE ARABIA
El Ministerio de Exteriores británico envió a Thomas Edward Lawrence a Palestina, donde estudió las costumbres y cultura del Cercano Oriente. En diciembre de 1914, fue asignado a El Cairo mientras la armada británica aseguraba el Canal de Suez contra la amenaza constante de una ofensiva otomana en la zona. Su trabajo era hacer un estudio del campo palestino y coleccionar mapas para la guerra en el Medio Oriente.
También supervisó la codificación y decodificación de telegramas que fueron enviados entre Atenas, Galípoli, Petrogrado y El Cairo. Pronto se involucró en negociaciones secretas con los rebeldes beduinos dándoles oro y armas británicas.
Lawrence se convirtió más tarde en amigo y consejero de Faisal, el hijo de Hussein bin Ali, líder de la Revuelta Árabe y el oficial británico cambió su traje tradicional khaki por el atuendo tradicional de los árabes. Acompañó a los rebeldes durante sus ataques a bases otomanas y a las vías de Hejaz.
En el centro, Faisal I de Irak y, a su espalda, con uniforme, Lawrence de Arabia
Desilusionado con las políticas hipócritas de su propio gobierno, abandonó el Medio Oriente después de que la revuelta capturara Damasco.
La prensa de la época idealizó su historia, otorgándole un estatus de celebridad del que intentaría alejarse más adelante.
Lawrence es una figura controversial. Algunos lo acusan de ser un espía británico con la msión de juntar un ejército para los intereses británicos. Otros creen que de verdad le importaba el pueblo árabe y señalan su implicación en la región antes de la guerra y sus esfuerzos para ayudar a los árabes en las conversaciones de paz tras la guerra.
Su repentina muerte a los 46 años de edad solo aumentó el misterio que lo rodeaba. Hay mucho que nunca se sabrá sobre este hombre, pero su leyenda perdura.
GERTRUDE BELL
La inteligencia británica la contrató por sus conocimientos para que ayudara en los esfuerzos en Palestina y el Canal de Suez. Pronto se encontró con T.E. Lawrence, con quien intentó forjar una alianza con los rebeldes beduinos.
Cuando las fuerzas británicas capturaron Bagdad en 1917, Gertrude Bell estuvo muy involucrada en la realineación de Mesopotamia, en particular en la creación del Estado de Irak. Ayudó a los diplomáticos y políticos como Winston Churchill a instaurar el gobierno del rey Faisal I.
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