El cuerpo de ingenieros de la Gran Guerra fue la columna vertebral de todos los ejércitos. Daban mantenimiento al equipo de comunicación y mensajería, así como a los cañones y la artillería pesada. También revisaban el terreno y hacían labor topografíca para identificar la posición del enemigo. Levantaban o se infiltraban en fortificaciones y sabían mejor que nadie cómo manejar el gas venenoso, el alambre de púas y los explosivos de alto poder.
Más adelante, también repararon y dieron mantenimiento a las divisiones mecánicas. Los primeros tanques eran frágiles y se estropeaban con facilidad; sin los hábiles ingenieros, estas máquinas hubiran sido presa fácil para el enemigo.
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